Metal y videojuegos: una fusión implacable
El mundo de la música metal y los videojuegos se han unido en diversas ocasiones a lo largo de los años, dejando a su paso grandes momentos.
El mundo de la música metal y los videojuegos se han unido en diversas ocasiones a lo largo de los años, dejando a su paso grandes momentos.
Con la recientemente estrenada serie de The Last of Us por HBO hemos querido mirar atrás para ver cuando, estos dos mundos, se mezclaron por primera vez. En el artículo de hoy os explicamos de donde surgió la inspiración de películas en los videojuegos y como eso cambió la percepción que se tenía de estos últimos. Nos encontramos en 1984 y aún están coleando las consecuencias de la crisis del 83. Atari había perdido gran fuerza y algunos de sus empleados más ilustres había abandonado el barco. Ese fue el caso de Jay Miner que, harto de que no le financiaran su proyecto, salió en busca de financiación. Miner pensó en crear un chip para el procesamiento de la imágenes que fuera independiente del procesador principal. Así agilizaría los procesos y evitaría que éste se colgara por una mayor carga de trabajo. Este nuevo chip podía mostrar miles de colores en pantalla cuándo el reto era poder mostrar 16 colores independientes. Podríamos decir que Miner fue el ideólogo de las GPUs o tarjetas gráficas actuales que posibilitan la ejecución de juegos con gran cantidad de carga gráfica independientemente del procesador que tenga nuestro ordenador. El proyecto de ordenador Amiga fue presentado al mundo en el CES de 1984 que se celebró en Chicago. Por una serie de acontecimientos que merecen un artículo propio, ese prototipo acabó siendo el Commodore Amiga, un ordenador para videojuegos con una capacidad gráfica impresionante para la fecha. La percepción de los videojuegos estaba a punto de cambiar para siempre. Saltamos a 1986 cuando Bob Jacob, hasta entonces agente de programadores de software, junto a su mujer decidieron crear Master Designer Software. Su visión era crear videojuegos para el Amiga pero acercándolos a experiencias cinematográficas. Hasta aquel momento los videojuegos tan solo buscaban entretener durante un periodo de tiempo pero no aportaban demasiado narrativamente hablando. Jacob quiso fijarse en los clásicos del cine para poder crear juegos que, además de tener en cuenta la adrenalina de la acción, contasen una historia. Fue así como Cinemaware, el nombre con el que publicaron los juegos de Master Designer Software, lanzó su primer título en 1986: Defender of the Crown. El juego basado en la Inglaterra medieval fue un éxito en ventas y animó en su visión a Jacob. A este título le siguieron otros como King of Chicago, basado en las películas de mafiosos, Rocket Ranger, inspirado en las películas de ciencia ficción de los 40, y It Came from the Desert, una oda a los filme de serie B de los 50. La creación de este tipo de títulos comportaba un trabajo más cinematográfico. Existía un diagrama de flujo del juego, se escribían guiones gráficos… todo lo necesario para que la acción tuviera coherencia narrativa. Incluso se pudieron empezar a mezclar géneros en un mismo título. Inspirado por esta nueva manera de entender la industria, Jordan Mechner, aspirante a guionista, empezó a crear juegos usando el lenguaje visual del cine. El debut de Mechner fue en 1984 con Karateka, un juego que importaba las técnicas del cine mudo para contar una historia sin necesidad de texto o diálogos. Mechner siguió teniendo dudas de si dedicarse a los videojuegos a pesar del éxito rotundo que tuvo con su opera prima. Por azares del destino decidió acabar su segundo proyecto para comprobar si había sido un golpe de suerte. El segundo título estaría basado en los cuentos de Las mil y una noches. Los más avispados ya sabréis de que título os hablo. Un juego que, en su lanzamiento, allá por 1989 revolucionó al mundo de los videojuegos. Un título que dio pie a una de las sagas más prolíficas actualmente. Una combinación de plataformas y combate que sirvió como inspiración para infinidad de grandes juegos. Efectivamente, ese juego fue Prince of Persia. Para Prince of Persia, Mechner se pasó una tarde grabando a su hermano mientras éste corría, trepaba y saltaba en un parquing de Nueva York. Todo para hacer las animaciones del personaje lo más realistas posibles. De cara a conocer el ritmo de los combates, Mechner se fijó en la película Robin de los Bosques. En paralelo a la creación del Commodore Amiga, la desarrolladora Cinemaware y los juegos de Mechner, un visionario del mundo del cine también puso sus ojos en esta floreciente industria. El creador de las sagas más importantes del séptimo arte quiso aportar su granito de arena y fundó, en 1982, una de las desarrolladoras más importantes e influyentes de la historia. Pero eso lo veremos la semana que viene. Hasta aquí el artículo de esta semana sobre las primeras inspiraciones de películas en los videojuegos. Espero que os haya gustado y os cito la semana que viene para más historia sobre esta industria que nos apasiona. Gracias por estar ahí.