Puede que no figure entre los grandes nombres de su generación, pero Hunted: The Demon’s Forge, que se lanzó en Europa en mayo de 2011, dejó huella en más de un jugador que se dejó llevar por su propuesta: una aventura de acción cooperativa con un enfoque más maduro y oscuro, ambientada en un mundo de fantasía donde el filo de la espada y la magia iban de la mano.
Desarrollado por inXile Entertainment y publicado por Bethesda, Hunted intentó algo diferente. En lugar de optar por la típica historia épica de héroes puros, nos presentaba a Caddoc y E’lara, un dúo de mercenarios muy poco ortodoxo, con diálogos sarcásticos, motivaciones cuestionables y una química que, para muchos, fue el verdadero alma del juego.
Acción cooperativa en un mundo decadente
El título apostaba por el cooperativo en tercera persona, algo que no era tan habitual en ese momento. Uno podía tomar el rol de E’lara, arquera y experta en magia elemental, o de Caddoc, más centrado en el combate cuerpo a cuerpo. Juntos, debían enfrentarse a hordas de criaturas deformes, explorar ruinas sombrías y desentrañar una historia llena de corrupción, brujería y secretos ancestrales.
El combate tenía cierto peso táctico: no bastaba con atacar sin pensar, sino que el trabajo en equipo y la combinación de habilidades era fundamental. Además, ofrecía decisiones ocasionales, exploración y una atmósfera cargada de tensión que recordaba más a una mazmorra maldita que a un cuento de hadas.
Una propuesta valiente, aunque imperfecta
A nivel técnico, Hunted: The Demon’s Forge no fue revolucionario, y recibió críticas por algunos bugs y una IA algo torpe cuando se jugaba en solitario. Pero a pesar de sus defectos, se notaba que detrás había ambición y amor por el género. Quienes se adentraron en su mundo recuerdan el tono crudo, la relación entre los protagonistas y ese equilibrio entre acción intensa y momentos más pausados.
Fue también una época en la que muchos estudios experimentaban con ideas nuevas dentro de la fantasía oscura, y Hunted fue parte de ese movimiento. No todos los juegos tienen que ser superproducciones para dejar huella: algunos simplemente llegan en el momento justo para ciertos jugadores, y eso les da su valor.
Catorce años después, sigue siendo un recuerdo distinto
Hoy en día, Hunted: The Demon’s Forge puede parecer una rareza olvidada, pero quienes lo jugaron lo recuerdan como una experiencia diferente, atrevida, con sabor a mazmorra y espada mellada. Su apuesta por el cooperativo, su ambientación sombría y su pareja protagonista tan poco convencional le dan un lugar especial entre los títulos de acción de la generación de Xbox 360 y PS3.
Catorce años después, sigue mereciendo ser recordado como una de esas joyas imperfectas pero con identidad propia. Y en un mundo cada vez más homogéneo, eso se agradece.