Hoy se cumplen 26 años desde que Persona 2: Innocent Sin vio la luz por primera vez en Japón, el 24 de junio de 1999, en la ya legendaria PlayStation original. Aquel lanzamiento marcó un paso firme para Atlus en la consolidación de lo que acabaría siendo una de las franquicias de JRPG más queridas y atípicas del panorama: Shin Megami Tensei: Persona.
Aunque por entonces el nombre «Persona» aún no tenía el peso que tiene hoy, Innocent Sin ofrecía algo radicalmente distinto a lo que el público occidental estaba acostumbrado. Un RPG con adolescentes como protagonistas, enfrentándose a demonios y dilemas personales en un mundo moderno cargado de misterio, psicología y simbolismo.
Una historia dividida en dos partes
Lo que hace especial a Persona 2 es que, en realidad, está formado por dos juegos: Innocent Sin y Eternal Punishment. Ambos comparten universo y personajes, pero ofrecen versiones alternativas de una misma realidad, casi como dos caras de una moneda.
Innocent Sin, el primero de los dos, no llegaría oficialmente a Occidente hasta muchos años después, en PSP. En su día, Atlus optó por localizar directamente Eternal Punishment, dejando a los fans internacionales con la historia incompleta durante más de una década. Aun así, ese aire enigmático y casi prohibido convirtió a Innocent Sin en un juego de culto muy pronto.
Un tono más oscuro y maduro
A diferencia de las entregas más modernas de Persona, que mezclan lo cotidiano con lo sobrenatural en un equilibrio más accesible, Persona 2 tenía un tono mucho más oscuro, filosófico y denso. Se atrevían con temas como el trauma, la identidad, los rumores que se vuelven realidad, y hasta enfrentamientos con figuras históricas reimaginadas. Nada era lo que parecía, y el jugador se veía arrastrado a una narrativa llena de capas y giros inesperados.
El sistema de combate por turnos y la mecánica de negociación con demonios se mantenían muy en la línea de Shin Megami Tensei, pero con una narrativa más personal, emocional e introspectiva.
El inicio de una leyenda
Hoy, mirando atrás, es fácil ver en Persona 2 las semillas de lo que serían obras maestras como Persona 3, 4 o 5. Aunque no tuviera el mismo nivel de popularidad o pulido técnico, fue fundamental para construir el tono, el estilo y la ambición de la saga. Su música, su dirección artística y su atrevimiento narrativo siguen siendo admirados por fans veteranos.
Con 26 años a sus espaldas, Persona 2 es más que un JRPG de culto: es un recuerdo imborrable para aquellos que se atrevieron a adentrarse en su mundo cuando apenas se hablaba de la saga fuera de Japón. Y si nunca lo jugaste, puede que este sea el momento perfecto para descubrir una joya que se adelantó a su tiempo.
