Un 25 de mayo de 1990, los cines de Estados Unidos se preparaban para despedir una de las trilogías más queridas del cine moderno: Regreso al futuro III. Era la última entrega del viaje temporal de Marty McFly y el excéntrico Doc Brown, y aunque el Delorean ya había surcado casi todas las épocas imaginables, esta vez el destino era inesperado: el lejano oeste.
Han pasado 35 años desde aquel estreno americano, y todavía hoy sigue siendo una película muy especial. No solo por cerrar con cariño y coherencia una historia que marcó a toda una generación, sino por su forma de mezclar géneros, emociones y aventuras con una naturalidad que pocas sagas han logrado replicar.

Del futuro al viejo oeste: la sorpresa final
Después de visitar 1955 y un futurista 2015, pocos esperaban que la tercera parte nos llevaría nada menos que a 1885, a un Hill Valley lleno de polvo, vaqueros, duelos y locomotoras. Un cambio radical de tono y estética, que sin embargo funcionó sorprendentemente bien.
En este cierre, Marty viaja al pasado para salvar a Doc, que ha quedado atrapado en el siglo XIX. La relación entre ambos se convierte en el centro emocional del filme, sobre todo al ver cómo el doctor, siempre tan racional, se enamora de Clara, una maestra local. Por su parte, Marty aprende a enfrentarse a sus miedos sin dejarse llevar por su orgullo, lo que cierra su propio arco narrativo de forma muy humana.
Y sí, seguimos teniendo acción, humor y referencias cruzadas con las anteriores entregas, pero esta vez todo tiene un sabor más cálido y nostálgico. Se nota que es un adiós.
Un cierre digno de leyenda
Regreso al futuro III fue una película menos revolucionaria que sus predecesoras, pero también más emotiva. Cambió el vértigo del viaje temporal por una historia más contenida, más clásica, pero igualmente disfrutable. Y con momentos ya icónicos, como el tren empujando al Delorean a toda velocidad o ese duelo final con Buford “Perro Rabioso” Tannen.
El final, con Doc regresando en un tren volador junto a Clara y sus hijos, es tan loco como entrañable. Y la destrucción del Delorean —símbolo de toda la saga— se siente como una forma elegante de decir: “el viaje ha terminado”.
35 años después, sigue siendo una historia que emociona
Hoy en día, Regreso al futuro III puede que no sea la favorita de todos, pero es esencial para entender el conjunto de la trilogía. Su equilibrio entre humor, emoción y homenaje al cine clásico la hace muy especial, y ha ganado valor con el paso del tiempo.
A Europa —y en concreto a España— no llegó hasta finales de año, el 30 de noviembre de 1990, pero el legado que dejó es compartido en todo el mundo: una trilogía redonda, sin secuelas forzadas ni spin-offs innecesarios, que se mantuvo fiel a sí misma hasta el final.
Así que si hace tiempo que no la ves, este aniversario es la excusa perfecta para volver al viejo oeste con Marty y Doc. Porque, aunque ya no tengamos condensadores de fluzo, la emoción de volver a Regreso al futuro nunca pasa de moda.