Cuesta creerlo, pero ya han pasado diez años desde que Splatoon llegó a Wii U. Fue en 2015 cuando Nintendo nos sorprendió con algo completamente nuevo: un juego de disparos donde no había balas, sino tinta de colores, y donde los protagonistas eran unos adolescentes calamares que se zambullían por el suelo como si fuera lo más normal del mundo. Y lo cierto es que nos enganchamos desde el primer chapuzón.
Para muchos, Splatoon fue una bocanada de aire fresco. En un catálogo dominado por secuelas y fórmulas conocidas, apareció esta rareza llena de ritmo, estilo y actitud. Y lo más curioso: venía de Nintendo, una compañía que no suele arriesgar con nuevas franquicias… pero cuando lo hace, la clava.
De sorpresa a fenómeno
Quienes tuvimos una Wii U recordamos bien lo especial que fue Splatoon. No solo porque era divertido, rápido y visualmente distinto, sino porque nos unía de una forma distinta a lo habitual. Las batallas por equipos no eran sobre quién eliminaba más rivales, sino sobre quién conseguía pintar más terreno. Todo era estrategia, movimiento, colaboración. Y sí, también caos, del bueno.
Luego llegaron los Splatfests, esos eventos absurdos y geniales (¿ketchup o mayonesa?, ¿piratas o ninjas?) que hacían que encender la consola un fin de semana fuera casi obligatorio. Se sentía como estar en algo único, algo que solo los que lo jugaban podían entender.
Una comunidad que no ha dejado de crecer
Lo mejor de Splatoon es que, en todo este tiempo, nunca ha perdido su personalidad. Con Splatoon 2 en Switch y su genial Salmon Run, y más tarde Splatoon 3 con nuevas mecánicas, armas y una historia aún más ambiciosa, la saga ha sabido evolucionar sin traicionar lo que la hacía especial.
Y en medio de todo eso, la comunidad ha sido clave. Desde los dibujos en Miiverse en los primeros días, hasta los conciertos virtuales de las idol marinas, el juego ha construido algo que va mucho más allá del multijugador competitivo: ha creado una cultura.
Diez años después, sigue siendo puro Splatoon
Hoy, al mirar atrás, da un poco de vértigo pensar que ha pasado una década desde que todo empezó. Y sin embargo, Splatoon sigue sintiéndose fresco, joven, lleno de energía. A su manera, ha crecido con nosotros. Nos ha acompañado en veranos con tinta hasta los topes, en partidas nocturnas con amigos, en piques sanos y victorias inolvidables.
Así que feliz décimo aniversario, Splatoon. Gracias por estos diez años de color, música, locura y estilo. Y, sobre todo, gracias por recordarnos que jugar también puede ser una forma de expresarse. Porque al final, no se trata solo de ganar. Se trata de dejar tu huella… con mucha tinta.