Parece mentira, pero ya han pasado 13 años desde que Theatrhythm Final Fantasy aterrizó en Europa para Nintendo 3DS, y con él, una forma completamente distinta de disfrutar del rico legado de una de las franquicias más queridas de todos los tiempos. Lejos de las batallas por turnos, los cristales mágicos o los relatos épicos, Theatrhythm nos propuso una aventura emocional a través de la música, y vaya si lo consiguió.
En su día, fue un concepto arriesgado. ¿Un juego de ritmo basado en Final Fantasy? ¿En serio? Pero bastaron unos minutos con el stylus para que muchos fans se enamorasen. Porque detrás de cada nota y de cada combo perfecto, había un recuerdo esperando: una marcha de batalla que nos puso los pelos de punta, una melodía que nos acompañó en un momento clave, o una canción que nos hizo llorar al ver cómo una historia llegaba a su fin.
Cuando la música cuenta historias
El mayor acierto de Theatrhythm fue entender que la música de Final Fantasy no es solo un adorno: es una parte fundamental de su alma. Nobuo Uematsu y otros compositores han tejido durante décadas una banda sonora que no solo ambienta, sino que narra. Por eso, enfrentarte a los temas de batalla de Final Fantasy VII, revivir la intro de Final Fantasy X o tocar las notas suaves de To Zanarkand en este juego era mucho más que seguir el ritmo: era volver a vivir esos momentos.
El sistema de juego, basado en pulsaciones, arrastres y toques al compás, aprovechaba perfectamente las capacidades de la pantalla táctil de la 3DS. Y aunque podía parecer simple al principio, pronto mostraba una profundidad que invitaba a la mejora constante, al desafío y, por supuesto, a desbloquear más canciones, personajes y objetos. Era un homenaje jugable, y eso se sentía en cada detalle.
Una carta de amor para los fans
A nivel visual, Theatrhythm optó por un estilo «chibi» encantador, que reducía a los personajes icónicos de la saga a versiones simpáticas y adorables. Algunos lo criticaron en su día, pero la mayoría entendimos que era parte del tono: este no era un juego dramático, sino una carta de amor ligera y festiva al universo Final Fantasy.
Y sin embargo, pese a su apariencia desenfadada, tocaba la fibra. Porque cada tema musical activaba algo en nuestra memoria. Era como hojear un álbum de fotos sonoras: recordabas a Terra corriendo entre ruinas, a Cloud mirando al cielo, a Tidus sonriendo antes del final. Y todo con una sonrisa… y un poco de emoción contenida.
Un legado que sigue tocando corazones
Con los años, Theatrhythm tuvo varias secuelas y recopilaciones, incluyendo Curtain Call, All-Star Carnival en Japón y más recientemente Final Bar Line, que trajo de vuelta el concepto con un repertorio impresionante. Pero hay algo especial en recordar ese primer Theatrhythm, el que llegó con sorpresa, sin mucho ruido, y conquistó a los fans con algo tan sencillo y poderoso como su música.
13 años después, muchos de nosotros seguimos tarareando sus melodías, o incluso desempolvando la 3DS para revivir una sesión rápida de nostalgia. Y es que pocas sagas tienen una banda sonora tan rica, tan emocional y tan profundamente arraigada en la memoria colectiva como Final Fantasy. Y pocos juegos han sabido rendirle homenaje como lo hizo Theatrhythm.
