El 5 de mayo de 2015, Wolfenstein: The Old Blood llegó a nuestras consolas y PC como una precuela de Wolfenstein: The New Order. Desarrollado por MachineGames y publicado por Bethesda Softworks, este título nos sumergió una vez más en la piel de B.J. Blazkowicz, el carismático protagonista de la saga, en una historia ambientada en plena Segunda Guerra Mundial. The Old Blood ofreció a los jugadores una experiencia intensa de acción, combate frenético y, como siempre, una narrativa llena de giros y sorpresas.

Una historia de terror y acción en la Segunda Guerra Mundial
Wolfenstein: The Old Blood nos transporta a 1946, en un momento en que la Segunda Guerra Mundial está lejos de terminar. La historia comienza con Blazkowicz siendo enviado a una misión para recuperar información crucial sobre los planes nazis para ganar la guerra. El juego se divide en dos actos: el primero sigue a Blazkowicz infiltrándose en el castillo Wolfenstein, mientras que el segundo lo lleva a las profundidades de los Alpes bávaros, donde las fuerzas nazis están desarrollando experimentos inquietantes y oscuros.
A lo largo del juego, Blazkowicz se enfrenta no solo a soldados nazis, sino también a criaturas monstruosas, resultado de experimentos científicos que desatan horrores de otro mundo. Este enfoque, que mezcla acción bélica con elementos de terror, distingue a The Old Blood de otros títulos de la saga. La atmósfera opresiva y el constante peligro le dan un tono único que lo hace aún más memorable.
Combate frenético y mecánicas mejoradas
En cuanto a jugabilidad, The Old Blood toma todo lo aprendido en The New Order y lo lleva un paso más allá. El sistema de combate sigue siendo uno de sus puntos fuertes, con la clásica acción en primera persona de la saga: tiroteos intensos, persecuciones vertiginosas y una gran variedad de armas que permiten al jugador afrontar las situaciones de diferentes maneras. Desde el uso de sigilo hasta el asalto directo, las opciones de juego son amplias.
Una de las novedades importantes en The Old Blood fue la incorporación de una mayor interacción con el entorno y el uso de la tecnología nazi. Los jugadores podían utilizar diversos dispositivos, como los Zitadelle o las armas mejoradas, que ofrecían nuevas posibilidades en combate. La combinación de mecánicas tradicionales de la saga con estos nuevos elementos enriqueció la experiencia de juego.
Un regreso a las raíces de Wolfenstein
Aunque Wolfenstein: The Old Blood se sitúa cronológicamente antes que The New Order, no escatima en ofrecer una experiencia espectacular tanto en términos de narrativa como de acción. El juego no solo sirve como una precuela, sino que también se siente como un homenaje a las raíces de la saga, con sus niveles llenos de secretos, pasadizos ocultos y encuentros épicos.
El estilo visual, que combina entornos detallados con un diseño artístico retro y nostálgico, también juega un papel importante. Cada nivel está cuidadosamente diseñado para sumergir al jugador en el universo de Wolfenstein, y la narrativa se desarrolla a través de diálogos inteligentes y momentos de acción que mantienen al jugador en tensión durante todo el juego.
El legado de The Old Blood en la saga
Aunque Wolfenstein: The Old Blood no tuvo el mismo impacto masivo que The New Order, se ganó rápidamente una base de fans leales y fue aclamado por la crítica por su jugabilidad sólida y su historia intrigante. La mezcla de acción y horror, junto con la exploración de los horrores de la Segunda Guerra Mundial en una narrativa alternativa, fue un acierto que continuó la tradición de la saga.