La historia tras Outer Wilds es una serie de monográficos que pretenden explicar la historia del título y todos sus secretos. Si te has perdido el primer monográfico, puedes empezar a leerlo desde este enlace.

Disclaimer
El siguiente artículo contiene la historia del juego explicada por lo que hay spoilers importantes que arruinan por completo la trama y la sensación de única de exploración que el juego ofrece, por lo que se recomienda encarecidamente que hayáis jugado al juego base y al DLC previamente antes de continuar. Podéis conseguirlo a través de los enlaces de compra que aparecen a continuación:

La historia de los nomai
Podemos decir que Outer Wilds es, en esencia, un tributo a la curiosidad como motor de la existencia. Nos situamos en un sistema solar donde dos realidades conviven: los lumbreanos, una especie situada en los albores de la exploración espacial con una tecnología rudimentaria, y las imponentes ruinas de una civilización extinta, los nomai. Este contraste resalta la inmensidad del universo y nuestra insignificancia frente a él.
Al explorar el sistema solar de Outer Wilds, nos damos de cara con la realidad: el cosmos es un lugar abrumador. Cada planeta, cada luna y cada cometa es el vestigio de lo pequeño que somos. Sin embargo, es precisamente ahí donde la llama del descubrimiento arde con más intensidad.
Los pocos lumbreanos que han dejado su hogar para explorar las estrellas forman una comunidad unidad por su sensación de soledad. Lejos de casa, en medio de la oscuridad del espacio, encontrarte con ellos es una pequeña oportunidad para sentirte calentito, recordándonos que, en la inmensidad del vacío, la sensación de comunidad y de compañía adquiere un valor incalculable.
La señal del Ojo del Universo

Para explicar la historia detrás de Outer Wilds, debemos remontarnos atrás en el tiempo unos 271.042 años. Un grupo de nomai, una raza nómada, llegó a nuestro sistema solar. Los nomai eran una civilización cuyo desarrollo tecnológico —capaces de teletransportarse usando la distorsión y comprender las leyes cuánticas— era igual a su sed insaciable de conocimiento. Sus ciudades, ahora en silencio, fueron en su día centros de debates científicos y exploraciones filosóficas.
El momento crucial que definiría todo ocurrió cuando detectaron una pequeña señal resonando a través del espacio: una señal mucho más antigua que el espacio mismo, El Ojo del Universo. Para los nomai, este descubrimiento podría representar el pináculo de todo el conocimiento, algo que podría justificar su existencia como especie que anhelaba el saber.
Náufragos
El clan nomai de Escall, en un acto de interés científico, tomó una decisión que demostraba tanto su compromiso por la investigación como su potencial arrogancia: se teletransportaron hacia el sistema solar más cercano, el de Outer Wilds, a la señal sin informar al resto de clanes nomai, temiendo que compartir la señal que habían recibido pudiese hacer que esta se diluyera o se perdiese en el proceso. Esta elección, motivada por el conocimiento, acabó siendo catastrófica.

Su llegada a Espinoscuro fue del todo menos elegante. Lo que alguna vez fue un planeta convencional se había convertido en un amalgama espacial; un pequeño ecosistema donde las leyes de la física se distorsionaban y donde el espacio y el tiempo se expandían hacia dimensiones internas imposibles.
A las naves de escape
La nave principal de Escall y los suyos quedó atrapada en medio de una maraña de raíces espinosas. Con sus sistemas fallando uno tras otro y en un último intento por sobrevivir, se dividieron en tres grupos y se introdujeron dentro de las balizas de emergencia de la nave.
El primer grupo, montado en la cápsula de escape 3, encontró la muerte en los laberínticos túneles de Espinoscuro mientras intentaban encontrar la salida. Completamente perdidos, intentaron regresar a una de las dos señales de la nave principal, quedándose sin oxígeno por el camino y pereciendo poco tiempo después.

Los otros dos grupos nomai, a bordo de las balizas 1 y 2, tuvieron destinos muy diferentes pero igualmente increíbles. En Hondonada Frágil, un planeta con el núcleo de un agujero negro en su interior y una superficie constantemente bombardeada por proyectiles volcánicos de su luna, encontraron refugio bajo la corteza planetaria. Sus primeros asentamientos incluían ilustraciones rupestres conmovedoras que no solo documentaban la historia de los nomai, sino también la profunda añoranza de los seres queridos que habían dejado atrás.
«El dolor de tu ausencia es punzante y atormentador. Daría lo que fuera por no conocerlo; cualquier cosa, excepto nunca haberte conocido (lo cual sería aún peor)»
Poco tiempo después, los nomai descubrieron las cualidades gravitatorias de los cristales de Hondonada Frágil, pudiendo desplazarse hacia el norte del planeta y fundando una de las ciudades más prósperas de los nomai: la ciudad suspendida.
«Foli, ¿sigues por aquí? No sé cómo sobrevivir en este sitio sin ti. (No sé cómo ser yo sin ti)»
Mientras tanto, en Gemelo Brasa, un planeta peligrosamente cercano al sol, los supervivientes liderados por la nomai Melorae descubrieron unas vastas cavernas subterráneas donde establecieron otra de las grandes ciudades nomai: la ciudad sin sol.
Adaptarse o morir
Lejos de dejarse vencer por las circunstancias, los nomai transformaron su pequeño exilio forzado en una oportunidad para la exploración metódica. En Hondonada Frágil, la ciudad suspendida se fue desarrollando hasta los cuatro distritos que se han conservado hoy en día. En el último de ellos, llamado la forja del agujero negro, Poke intentó crear los núcleos de distorsión, tecnología que eventualmente permitiría a su civilización teletransportarse entre planetas.

Por otro lado, era habitual que algunos nomai se precipitaran dentro del agujero negro de Hondonada Frágil, por lo que decidieron construir la estación del agujero blanco para permitir la vuelta al planeta.
La misteriosa luna cuántica
El descubrimiento de una luna cuántica marcó un punto de inflexión en la investigación de los nomai. Este satélite escurridizo, que parecía orbitar diferentes planetas y cambiaba su apariencia según su ubicación, parecía representar el primer vínculo con el Ojo del Universo que tanto ansiaban encontrar.
La comunidad científica nomai de Gemelo Brasa y Hondonada Frágil se movilizó y diseñaron lanzaderas para viajar entre estos dos planetas. Además, establecieron una red de localizadores para localizar la luna cuántica: en Rocaterra, la luna del planeta Lumbre, en el sur de Gemelo Brasa y en el observatorio sur de Hondonada Frágil.
Ahora bien, tras un gran descubrimiento, habían hallado dos pequeños problemas que tenían que afrontar: el primero era que cuando intentaban localizar el Ojo del Universo, los dispositivos parecían descontrolarse y, por otro lado, la luna cuántica parecía desaparecer cuando atravesaban la capa gaseosa de su atmósfera.

Tras investigar y dar rienda suelta a su curiosidad, pudieron desentrañar las tres leyes fundamentales que gobernaban los objetos cuánticos
- La Ley de las Imágenes Cuánticas: la observación a través de una fotografía tiene el mismo efecto que la observación directa.
- La Ley del Entrelazamiento Cuántico: el contacto físico con un objeto cuántico permite viajar con él cada vez que este se desplaza.
- La Ley de la Sexta Ubicación: cuando la luna cuántica no puede observarse, se traslada a una ubicación mucho más allá del sistema solar, conocida como la sexta ubicación.
Conociendo todo esto, pudieron realizar el primer aterrizaje tripulado sobre la luna cuántica con éxito, el cual fue un momento histórico, llevando al nomai Solanum a pisar su superficie durante una misión de exploración.
«De niño, consideraba estas incógnitas siniestras. Ahora, sin embargo, entiendo que no albergan malas intenciones. El universo es, y nosotros somos»
Habiendo llegado a la luna cuántica, se esforzaron en llegar a encontrar el Ojo del Universo, concentrando todas sus prácticas científicas, políticas y religiosas para hallar la ubicación exacta de este.



El Proyecto Gemelo Ceniza
Simultáneamente, en Gemelo Brasa, establecieron un laboratorio ultraenergético. Uno de los descubrimientos más revolucionarios surgió de la investigación conjunta entre este laboratorio y la estación del agujero blanco de Hondonada Frágil.
Los nomai se dieron cuenta de que el viaje entre el agujero negro de Hondonada y su correspondiente agujero blanco no era instantáneo, sino que creaba una distorsión temporal negativa de 0,0001 segundos; es decir, que salías del agujero blanco ligeramente antes de haber entrado en el agujero negro.
Esta observación, aparentemente menor, inspiró una de las empresas cientificas más ambiciosas jamás concebidas: el Proyecto Gemelo Ceniza. La premisa era tan audaz como compleja: si podían amplificar esta distorsión temporal hasta los 22 minutos, usando una cantidad masiva de energía, podían crear un bucle temporal que permitiría lanzar una sonda a una potencia increíble tantas veces como fuera necesario hasta localizar el Ojo del Universo.
«El miedo al fracaso es una mala razón para no intentarlo»
Para ello, el proyecto requirió una coordinación monumental:
Por un lado, un grupo nomai se dirigió a Abismo del Gigante para desarrollar un cañón de sondas orbital que disparara una sonda en una dirección aleatoria con la potencia suficiente como para escanear una región del espacio. Por otro lado, en el taller del mismo planeta, se desarrollaron las estatuas nomai, que permitirían enlazarse con seres conscientes y enviar sus recuerdos al pasado cuando las coordenadas del Ojo fueran encontradas. Solo así podrían darse cuenta de que lo habían encontrado y serían capaces de desactivar el bucle temporal de 22 minutos.

Por otro lado, vaciaron el interior del planeta Gemelo Ceniza y crearon una cámara sellada con un material ultraresistente extraído de las minas 2B de Lumbre —donde también encontraron una especie en el agua que les llamó la atención—, probando la resistencia de este mineral en el Farol de Hondonada con muchísimo éxito.
En la forja del agujero negro de Hondonada, otros nomai desarrollaron el núcleo de distorsión y lo alojaron en el corazón de la cámara de Gemelo Ceniza, permitiendo que cuando fuera alimentado, creara un bucle hacia el pasado de 22 minutos y alimentara el sistema de memoria de las estatuas.
El desafío energético era abrumador. Los nomai prepararon todo, pero encontraron otro problema. Para llevar a cabo esta distorsión de 22 minutos necesitaban una cantidad inmesurable de energía. Una cantidad increíblemente grande como la de una supernova. Después de debates éticos intensos —al igual que interesantes—, la comunidad científica nomai llegó a un concenso:
«¡La ciencia exige que explotemos el sol!»
Para ello, construyeron la estación solar alrededor de la estrella y la dotaron de tecnología suficiente como para hacerla estallar en mil pedazos. Sin embargo, cuando llegó el momento de la verdad, el dispositivo falló inexplicablemente. Todo estaba bien calibrado y los cálculos eran correctos, pero la superficie del sol no pareció inmutarse. Los nomai acabaron frustrados y terminaron por desechar la idea de explotar el sol.
«Puede que no estuviera de acuerdo con explotar el sol, pero nunca deseé que el dispositivo fallara. Espero que nuestro terrible trabajo haya terminado»
El intruso
Mientras los nomai lidiaban con este revés, una nueva incógnita entró en la ecuación del sistema estelar de Outer Wilds: el intruso, un cometa helado que seguía una órbita elíptica excéntrica. Las lecturas energéticas extraordinarias de este astro atrajeron inmediatamente la atención de los nomai.
Una expedición de tres de ellos fue enviada a investigar: uno de ellos permaneció en la nave, intentando mantenerla caliente, mientras que los otros dos salieron a explorar el cometa. A medida que el cometa se acercaba al sol, el hielo se acabó fundiendo y permitió el acceso a una red inmensa de túneles que conducían a un núcleo lleno de materia fantasmal en un estado crítico de presión. Comprendiendo el peligro inminente, pero casi sin tiempo de escapar de la vastas cavernas del cometa, uno de ellos intentó alertar al resto, pero acabó siendo testigo de la tragedia de los nomai.

Al acercarse al sol, la presión se liberó rápidamente del núcleo en una gran explosión que provocó la dispersión de esta materia por todo el sistema solar, acabando instantáneamente con todo rastro de vida.
La ironía, muchas veces, es profundamente conmovedora: una civilización que había sobrevivido al naufrágio de su nave, se había adaptado a planetas hostiles y había diseñado mecanismos para manipular el tiempo, fue aniquilada por un accidente cósmico aleatorio que puso fin a su existencia… pero no a su legado.

Avanzando 271.042 años en el tiempo
Los lumbreanos descienden de las formas de vida acuáticas (importante este detalle, ya que la materia fantasmal parece dejar de funcionar dentro del agua) de Lumbre que lograron sobrevivir a la extinción de los nomai, evolucionando gradualmente hasta alcanzar la inteligencia como para desarrollar su propia cultura de la exploración espacial. Ignorantes del destino de los nomai, redescubrieron sus tecnologías e intentaron endenter su propósito.
«Nuestra curiosidad viaja contigo. Estás caminando tras los pasos de quienes te precedieron; y tu andar guía a quienes vendrán después de ti».

El momento crucial en Outer Wilds llega cuando el sol, llegando naturalmente al final de su ciclo de vida, explota en una supernova. Esta muerte estelar natural, no provocada por los nomai, proporcionó de forma totalmente involuntaria la energía necesaria para activar el Proyecto Gemelo Ceniza y el cañón de sondas orbital. En el lanzamiento número 9.318.054, la sonda finalmente localizó el Ojo del Universo, activando las estatuas de memoria, enlazándose con nuestro protagonista y con Gabro en Abismo del Gigante.
«Oh, hola… Ven, siéntate conmigo, camarada. ¡Veamos cómo mueren las estrellas!»
A través de este mecanismo, heredamos el objetivo final y existencial de los nomai: llegar al Ojo del Universo mediante la exploración, la observación y la comprensión del viaje de esta civilización extinta.

El clímax llega cuando en la luna cuántica conocemos a Solanum, la última de los nomai en un estado cuántico único —estando simultáneamente viva y muerta a la vez—. Esta reunión es uno de los momentos más emocionantes del juego.
El otro momento a destacar de nuestra exploración es cuando entramos dentro de la cámara del Proyecto Gemelo Ceniza, cogemos el núcleo de distorsión, poniendo fin al bucle, y nos dirigimos a la antigua nave de los nomai. Una vez allí, introducimos las coordenadas del Ojo del Universo y nos teletransportamos dentro de él.

Dentro del Ojo, el universo observable llega a su fin; no solo el de Outer Wilds, sino el del cosmos al completo. Las galaxias se desvanecen, las estrellas están muriendo y explotan en supernovas, y toda la existencia del universo se contrae hasta su conclusión inevitable. En este ocaso cósmico, alrededor de una fogata simbólica, los personajes que hemos encontrado en nuestro viaje se reunen para compartir una última canción, una última historia.
«Esta canción es nueva para mí, pero me honra ser parte de ella»
El Ojo del Universo no es un objeto físico, sino una forma de renacer. Al ser mirado por un observador consciente, lo hacemos colapsar poniendo fin a nuestro universo y dando a luz a uno nuevo que vendrá. Las leyes de la física, las constantes fundamentales, un sinfín de formas de vida… todo comienza de nuevo… diferente, sí, pero construido sobre los cimientos de lo que existió antes.
«Aprendí mucho al final de todo. El pasado es pasado, ahora, pero eso… ya sabes, ¡está bien! Nunca se va por completo. El futuro siempre se construye sobre el pasado, aun si no llegamos a verlo»
Outer Wilds nos enseña que es un cosmos infinito, donde las civilizaciones surgen y caen, todo nace y todo muere y lo único que transciende es el ansia misma del conocimiento. Los nomai nunca alcanzaron el Ojo del Universo, pero asentaron las bases para permitir que otra especie lo completara.
Poco a poco, a medida que jugamos, comprendemos que esto no se trata de salvar el universo, pues su fin es inevitable, sino de comprenderlo, de celebrar su belleza y de pasar la antorcha del conocimiento a quienes vendrán después.
Y es que Outer Wilds es la celebración de que, en la inmensidad del espacio y su soledad abrumadora, la curiosidad es lo más cercano a la eternidad que podemos alcanzar. De que cuando un universo muere, uno nuevo estar por venir, de la felicidad por descubrir lo desconocido y de la intimidad entre el ser y el propio universo.









