Monográfico

Hollow Knight: Silksong, el nuevo estandarte de la contracultura en los videojuegos

72 horas. Ese fue el tiempo que me tomó completar Hollow Knight: Silksong al 100%. No lo voy a negar: después de más de un mes desde su lanzamiento, quizá llegué un poco tarde a la fiesta para hablar de uno de los videojuegos más esperados de los últimos años, con cientos de artículos, podcasts y videos ya circulando sobre la última obra de Team Cherry.

Sin embargo, en lugar de dejarme arrastrar por esa ola, decidí hacer lo contrario: como un salmón, nadar contra la corriente y tomarme mi tiempo con el título. No porque piense que exista una “forma correcta” de jugar —cada quien disfruta de los videojuegos como quiere—, sino porque quería evitar una conclusión apresurada sobre una obra que se estuvo cocinando, nunca mejor dicho, a fuego lento durante siete años.

Al fin y al cabo, en una entrevista concedida a Bloomberg, los cofundadores de Team Cherry, Ari Gibson y William Pellen, explicaron que se tomaron todo ese tiempo para asegurarse de que Silksong fuera “exactamente el juego que querían hacer”. Siguiendo esa misma filosofía, yo tampoco quise apresurarme al sentarme frente al monitor y escribir sobre mi experiencia con un título que, para bien o para mal, ha desafiado algunas de las normas que parecían inamovibles en la industria del videojuego.

Un reino en ruinas pero lleno de vida

La premisa nos presenta un nuevo reino de insectos: Telalejana (o Pharloom en su idioma original), donde controlamos a Hornet, uno de los personajes más queridos del primer título. Tras ser llevada a estas tierras por razones que desconoce, la protagonista emprende una expedición para descubrir el motivo de su captura y desentrañar los misterios que oculta este extraño lugar.

El diseño del mundo es, en una palabra, impresionante. No solo duplica el tamaño del mapa del primer título, sino que está repleto de nuevas especies de insectos. Los enemigos que regresan pueden contarse con los dedos de una mano, y aunque algunos comparten ciertos rasgos, sus patrones de ataque y comportamiento son completamente distintos.

Los nuevos escenarios y biomas logran un equilibrio entre lo familiar y lo sorprendente. Entre ellos destacan La Médula, una región llena de fósiles y rodeada por un mar de lava; Campanilla, una villa construida sobre una montaña de campanas; y el Monte Fay, una cumbre nevada que, si no es una referencia directa a Celeste, al menos lo parece.

Todo esto convierte la exploración en un auténtico deleite, tanto para jugadores nuevos como para veteranos. Aunque en cualquier metroidvania este aspecto es clave, Hollow Knight y su secuela son de los pocos que consiguen que explorar se sienta como un placer en sí mismo. Buscar secretos y hallarlos por cuenta propia es una experiencia tan satisfactoria que hace difícil abandonar Telalejana, incluso después de haber completado la historia.

Del fantasma a la princesa: el mayor cambio de Silksong está en su protagonista

A pesar de lo mencionado anteriormente, el mayor salto entre Hollow Knight y Silksong no está en sus escenarios, ni en su escala, ni siquiera en su historia. Está en su protagonista. Hornet no es una simple heredera del legado del Caballero: es su contrapunto. Mientras que este último es un personaje sin voz que actúa como nuestro avatar en busca de un propósito, la “Hija de Hallownest” tiene una personalidad definida, marcada por su historias, sus combates y su pasado.

La que comenzó siendo una jefa implacable se ha convertido en nuestra heroína. La voz que antes nos desafiaba, ahora nos guía, y su forma de desplazarse, atacar y explorar redefine por completo el ritmo de la aventura. Mientras que el Caballero se mueve con la prudencia y paciencia de un guerrero metódico, Hornet se siente, desde el primer momento, como una acróbata: más veloz, más elegante y con unas animaciones que reflejan su confianza, su fuerza y su carácter.

Desde el inicio, contamos con un conjunto de movimientos mucho más amplio, lo que nos permite afrontar con mayor soltura la elevada dificultad (ya hablaremos de eso más adelante). A esta nueva dinámica se suman los blasones, las herramientas y las habilidades de seda, elementos que no solo permiten personalizar a Hornet a nuestro gusto, sino que también ofrecen múltiples formas de encarar un combate contra un jefe o desplazarse por el mundo con mayor seguridad, sin perder ni un ápice de su letalidad.

El resultado es una experiencia más ágil, más expresiva y más desafiante, que demuestra cómo un simple cambio de protagonista puede transformar por completo la manera en que experimentamos un videojuego. Silksong reinventa la fórmula sin perder su esencia, consolidándose como una muestra de auténtica evolución creativa.

Las grietas sobre la superficie

Sin embargo, incluso las obras más cuidadas tienen sus aristas, y este juego no es la excepción. Porque, aunque su brillo es innegable, hay momentos en los que su hilo de seda se tensa demasiado, y el equilibrio se resiente… o, directamente, se rompe.

Desde su primera semana de lanzamiento, se desató una fuerte polémica en torno a su dificultad y a su supuesto “mal diseño”, mientras que otro sector de la comunidad lo defendía bajo el argumento de que todo formaba parte de la intención de sus autores. Tras haber dejado pasar el tiempo y asimilar la experiencia, puedo decir que hay algo de verdad en ambas posturas.

Es un juego que puede llegar a ser despiadado en muchos momentos. Tanto, que una de mis recomendaciones sería jugar y terminar el primer Hollow Knight antes de siquiera plantearse adentrarse en este nuevo reino. Su curva de dificultad comienza alta… y solo sigue ascendiendo.

Entre el desafío y el castigo

Esto podría deberse a que nació originalmente como un DLC del primer juego. Muchas de sus decisiones de diseño parecen responder a la idea de que los jugadores ya estarían familiarizados con las mecánicas y el movimiento. Esto llevó a la creación de enemigos comunes que infligen tanto —o incluso más— daño que algunos jefes, una economía que puede forzarte a farmear recursos durante horas y trampas ocultas en mitad de la exploración colocadas con un grado de malicia que roza la provocación.

Asimismo, el juego abusa sistemáticamente de los momentos en los que te encierran en una sala y debes eliminar oleadas de enemigos para poder avanzar. Es una mecánica que puedes tolerar las primeras veces, pero que termina resultando agotadora cuando se repite en prácticamente cada zona del juego.

De la misma forma, algunos jefes recurren a un recurso similar al invocar enemigos que los asisten en medio del combate. Esto provoca que enfrentamientos que, en principio, estaban muy bien diseñados se alarguen de manera algo artificial y terminen empañando la espectacularidad de su puesta en escena.

Son detalles pequeños, sí, pero suficientes para recordarnos que incluso los proyectos más ambiciosos pueden tropezar con su propio peso. Silksong está tan lleno de ideas, mecánicas y enemigos que, por momentos, parece asfixiarse bajo su propio entusiasmo. Aun así, estoy seguro de que muchos de estos problemas puedan pulirse en futuras actualizaciones.

Silksong y la nueva contracultura del videojuego

A pesar de sus imperfecciones, Hollow Knight: Silksong ha logrado algo que pocos juegos contemporáneos consiguen: generar un impacto genuino en toda la comunidad de jugadores. No solo por su calidad o por el peso de las expectativas que lo rodeaban, sino por lo que representa.

El término “contracultura”, acuñado en 1968 por el académico estadounidense Theodore Roszak, se utilizó para describir los movimientos sociales que, durante los años sesenta, desafiaban los valores y estilos de vida dominantes. Hoy, ese mismo concepto puede aplicarse a ciertos videojuegos independientes que, como Silksong, nadan a contracorriente y rechazan las normas impuestas por una industria cada vez más estandarizada y obsesionada con el consumo rápido y los ingresos infinitos.

Vivimos una época en la que los precios inflados, la monetización excesiva y las producciones multimillonarias —con ciclos de desarrollo marcados por el crunch y, muchas veces, el posterior despido de sus propios creadores— se han vuelto parte del paisaje habitual. En medio de ese panorama, Silksong se erige como un estandarte y recordatorio de que los videojuegos pueden seguir siendo una forma de expresión libre, íntima y honesta… incluso si eso significa recibir críticas y menosprecio de algunos jugadores.

No se puede jugar con prisa

Gran parte de la discusión en torno a su dificultad y a ciertas decisiones de diseño ha girado también en torno a su accesibilidad y al argumento de que “no respeta el tiempo del jugador”. Personalmente, no podría estar más en desacuerdo. Es un juego que exige tiempo, paciencia y curiosidad; virtudes que escasean en una época dominada por la inmediatez. No se puede jugar con prisa, con la única intención de terminarlo y pasar al siguiente título. Hay que perderse en sus caminos, hablar con sus personajes, caer, volver a intentarlo y descubrir su mundo poco a poco.

Parafraseando a Adrián Suárez, “te hace caminar para que te empapes del ambiente y se niega a ser una montaña rusa de emociones. Es un juego que te desesperará si no eres capaz de dar media vuelta cada vez que un jefe se ponga en tu camino, buscar una ruta alternativa e insistir. A su manera, Silksong es un juego que no quiere que lo abandones nunca.” (Games Tribune Magazine, nº118, p. 82).

En tiempos en los que muchos videojuegos parecen diseñados para que nunca te detengas, se atreve a hacer justo lo contrario: obligarte a frenar, mirar alrededor y, de paso, conversar con otros jugadores. Su lanzamiento fue uno de los pocos momentos recientes en los que prensa y público pudieron descubrir el juego casi al mismo tiempo, compartiendo consejos, estrategias y frustraciones. Esa sensación de comunidad, de redescubrir un videojuego junto a los demás, es algo que difícilmente volvamos a ver en mucho tiempo.

¿El primer indie GOTY?

En definitiva, Hollow Knight: Silksong es un claro contendiente al premio GOTY de este año. ¿Podría ser el primer juego indie en llevarse el máximo galardón? A mi modo de verlo, es muy posible, aunque deberá enfrentarse a rivales de peso como Expedition 33, Death Stranding 2 y el resto de nominados.

Pero incluso si no gana, su mayor triunfo es simbólico: ser la bandera de una nueva contracultura dentro del videojuego moderno. Una que no busca imponerse, sino recordarnos otra forma de entender este medio y que hace mucho no vemos: un título de precio justo, sin contenido adicional de pago, hecho con convicción y sin miedo a la imperfección. Porque Silksong no sigue las reglas… las teje a su manera.

Jesús García

About Author

Licenciado en Periodismo y emprendedor en el mundo de las comunicaciones, además de ser un conocedor y entendido en temas de tecnología, deportes, entretenimiento y cultura geek. Me dedico a hablar de videojuegos, siempre dispuesto a llevar mi pasión y trabajo al próximo nivel.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Puede que también te interese

Unpacking: Directo a la nostalgia
Monográfico

Unpacking: Directo a la nostalgia

En el Bajo el Radar de esta semana analizamos Unpacking, un indie perfecto para los fans del orden. ¿Quieres conocerlo?
La crisis del 83 que estuvo a punto de hacer desaparecer los videojuegos
Monográfico

La crisis del 83 que estuvo a punto de hacer desaparecer los videojuegos

La crisis del 83 estuvo a punto de hacer desaparecer los videojuegos por una serie de malas decisiones que llevaron