En 1990 llegó a Europa la Mega Drive de Sega, una consola que abrió la puerta a una de las épocas más recordadas de los videojuegos. Venía de arrasar en Japón desde 1988 y de plantarle cara a Nintendo en Estados Unidos un año después. Cuando aterrizó en nuestro continente se convirtió en el estandarte de la llamada guerra de los 16 bits, una rivalidad que marcó a toda una generación.
La consola que puso a Sega en el mapa
La Mega Drive se lanzó en un momento en el que la NES todavía dominaba el mercado, pero Sega supo presentarse como la alternativa más moderna y potente. La publicidad incidía en que su consola ofrecía gráficos y sonido superiores y que era la máquina ideal para jugadores que buscaban algo más adulto y veloz. Ese mensaje quedó reflejado en eslóganes como “Genesis does what Nintendon’t” en Estados Unidos y en campañas agresivas que en Europa también llamaron mucho la atención.
Uno de los grandes aciertos fue Sonic the Hedgehog, que se convirtió en la mascota de la compañía y en un símbolo de velocidad y rebeldía. Sonic no solo era un plataformas espectacular en lo técnico, también transmitía el carácter que Sega buscaba frente a la imagen más familiar de Nintendo. El erizo azul consiguió que miles de niños europeos quisieran una Mega Drive en lugar de la competencia.

Mega Drive sigue siendo un icono de los videojuegos.
Su catálogo fue enorme y variado. Golden Axe, Streets of Rage, Altered Beast, Shinobi o Phantasy Star demostraron que la consola podía ofrecer tanto acción arcade como juegos de rol profundos. También brilló en deportes con títulos como FIFA o NBA Jam, que en los noventa eran auténticos referentes en las casas y en las tardes con amigos. La consola además recibió conversiones de recreativa que llevaban a los salones domésticos experiencias muy cercanas a las máquinas que antes solo podían disfrutarse en bares y salones recreativos.
Más allá de sus juegos, la Mega Drive representó un estilo diferente. Tenía un diseño elegante en color negro, con un logo inconfundible y un mando sencillo pero cómodo que más adelante evolucionó con una versión de seis botones ideal para los juegos de lucha. Fue una consola que conectó con adolescentes y jóvenes que querían algo más intenso que las aventuras coloridas de Nintendo.


