En 1986 la Nintendo Entertainment System o también conocida como simplemente NES, llegó por fin a Europa después de haber triunfado en Japón y Estados Unidos. Su desembarco no fue inmediato en todo el continente, sino que en España, la distribución oficial no comenzó hasta el año 1987. Aun así, aquel lanzamiento marcaría un antes y un después en la manera de entender los videojuegos en casa.
El legado de una máquina irrepetible
La llegada de la NES se produjo en un momento delicado para el sector. A principios de los ochenta el mercado occidental había sufrido un enorme colapso, con consolas y juegos de dudosa calidad que habían dañado la confianza del público. Nintendo entendió que la única manera de recuperar el terreno perdido era con un catálogo sólido y una política estricta de control de licencias que asegurara la calidad de cada título. Así fue como la NES se ganó la reputación de consola fiable y divertida, una máquina que no solo entretenía sino que abría la puerta a nuevas formas de jugar.

Un mercado que necesitaba algo diferente
Con ella llegaron juegos como Super Mario Bros que enseñó a millones de europeos lo que era un plataformas bien diseñado. The Legend of Zelda que introdujo la exploración y la posibilidad de guardar partida gracias a una pila interna en el cartucho, algo revolucionario en su momento. Metroid ofreció una experiencia de ciencia ficción con un mundo abierto y laberíntico. Mega Man, Castlevania o Punch-Out!! ampliaron la variedad y demostraron que la consola podía abarcar géneros muy distintos. El mando rectangular con su cruceta y dos botones cambió para siempre la forma de interactuar con un videojuego, estableciendo un estándar que todavía hoy se mantiene en los controles modernos.
Finalmente, y más allá de lo técnico, la NES tuvo un impacto social enorme y no solo en nuestro territorio. Se convirtió en un objeto de deseo para niños y adolescentes, un centro de reunión en los salones donde hermanos, primos y amigos se turnaban con el mando. Cada cartucho nuevo era un acontecimiento. Se hablaba de los trucos en el colegio, se compartían juegos entre vecinos y las revistas especializadas alimentaban la ilusión con mapas, guías y secretos. Los títulos eran duros y exigentes, lo que hacía que superar un nivel complicado o derrotar a un jefe final fuese motivo de orgullo compartido.


