TALLBOYS y CRITICAL REFLEX han anunciado Militsioner, un singular juego de simulación inmersiva que combina narrativa, sigilo y decisiones morales dentro de un mundo opresivo. En esta experiencia surrealista, cada movimiento del jugador es observado por un Policía Colosal que domina la ciudad. Tu objetivo es escapar, pero cómo lo consigas dependerá de tus acciones, tus mentiras y las relaciones que establezcas con los demás habitantes.
Un simulador kafkiano donde cada paso cuenta
En Militsioner, encarnas a un ciudadano corriente que despierta un día acusado de un crimen que no ha cometido. Sin saber muy bien por qué, te ves arrestado y atrapado en una ciudad controlada por un gigante que lo observa todo. Desde ese momento, deberás planificar tu fuga con cuidado, explorando calles, casas y estaciones mientras intentas no llamar la atención de tu vigilante colosal.
A medida que avanzas, el juego te permitirá resolver los obstáculos de diferentes maneras. Puedes optar por la diplomacia, la manipulación o incluso el engaño, buscando siempre mantener el equilibrio entre tus relaciones con los vecinos y tus opciones de escape. Por ejemplo, regalar un objeto a una cajera puede ayudarte a conseguir un billete gratuito para el tren, pero si prefieres un camino más arriesgado, siempre podrás irrumpir en su cabina durante la noche para robar uno. Cada elección conlleva consecuencias y modifica la percepción que los demás tienen de ti.
El sistema de relaciones de Militsioner es uno de sus aspectos más llamativos. Inspirado en la gestión emocional de títulos como Los Sims, cada personaje reacciona de forma distinta según cómo interactúes con él. Su estado de ánimo influirá en tu progreso: si te ganas su confianza, pueden ofrecerte refugio cuando el gigante te persiga; si los decepcionas, podrían delatarte o incluso cerrar las puertas ante ti.
El componente de sigilo resulta esencial para sobrevivir. La ciudad está viva y vigilante. Los habitantes te observan, los horarios se suceden y el mundo cambia con el paso del tiempo. Todo tiene su ritmo, desde los trenes hasta el propio gigante, que se mueve siguiendote.





