Análisis

Gloomy Eyes: Cuando el sol se apaga, el amor sigue ardiendo

Hay mundos que no necesitan del sol para brillar. Gloomy Eyes pertenece a esa categoría de relatos donde la oscuridad deja de ser un espacio hostil para convertirse en refugio. Bajo la voz grave y melancólica de Colin Farrell, esta pieza de animación en realidad virtual dirigida por Fernando Maldonado y Jorge Tereso se adentra en un universo donde el día ha desaparecido y los muertos caminan entre los vivos. Pero más allá de su premisa fantástica, lo que propone es un viaje emocional sobre el amor, la diferencia y la esperanza que resiste incluso cuando todo lo demás parece haberse apagado.

Fecha de salida: 11 de septiembre de 2025
Desarrolladora:
Untold Tales

Distribuidora: Untold Tales S.A
Plataformas disponibles:
PC, Nintendo Switch, PlayStation 5, Xbox Series X|S
Textos: Español

Voces: Inglés
Plataforma analizada:
Playstation 5

Historia: Fábula burtoniana

El sol, cansado de la humanidad, decide ocultarse. El mundo, privado de su luz, queda condenado a una noche eterna. De esa tiniebla surgen los muertos, que se levantan de sus tumbas para convivir o enfrentarse a los vivos. En medio de esa penumbra nace Gloomy, un niño zombi de mirada triste y corazón palpitante, que descubre en Nena, una muchacha humana, la posibilidad de sentir algo parecido a la vida. Ambos se encuentran, se reconocen y desafían las reglas de su universo: un amor imposible entre lo putrefacto y lo vivo, entre el silencio y la calidez.

El relato no busca la épica, sino la intimidad. En apenas treinta minutos, la obra construye un cuento romántico y oscuro que recuerda a las mejores fábulas góticas. Hay un líder autoritario que teme la diferencia, un mundo que se ha resignado a vivir en la sombra y dos almas que, pese a todo, deciden alumbrarse mutuamente. La narración de Farrell acompaña el viaje con un tono entre el susurro y la elegía, como si la historia nos fuera contada desde un rincón perdido del tiempo.

Gloomy Eyes habla, en el fondo, de resistencia, de la luz que se niega a desaparecer, del amor que sobrevive incluso cuando el mundo ya no tiene latido.

Jugabilidad: Un cuento jugable

Hablar de la jugabilidad de Gloomy Eyes se torna sencillo cuando tienes ante ti un juego que es más una experiencia visual y sonora que un videojuego en sí. Lo bonito y especial del medio es que cada vez este tipo de propuestas son más diversas, y me hace pensar en cómo habrá personas que se acerquen a Gloomy Eyes por su ambientación burtoniana, algo completamente válido. Aun así, vamos a intentar desgranar de qué se compone Gloomy Eyes para sintetizar su jugabilidad.

Estructura y ritmo

Gloomy Eyes se articula en capítulos que dividen el relato en pequeños actos visuales, con un desarrollo lineal pero bien medido. La obra no pretende ofrecer libertad ni toma de decisiones, su propósito es guiar al jugador a través de una historia cerrada, pero con espacio para la curiosidad. El ritmo es pausado, casi contemplativo, aunque nunca inmóvil. La interacción surge de la observación, del descubrimiento de cada detalle y de cómo los escenarios cobran vida con los movimientos de los personajes. Cada transición está calculada y cada pausa tiene un sentido. Esa precisión le otorga coherencia a su breve duración: nada sobra, pero tampoco falta. Es un juego hecho con mucho mimo, aunque quizá termina pecando de una repetición algo desmedida.

Diseño de niveles

Cada escenario de Gloomy Eyes funciona como un pequeño diorama animado, un espacio cerrado en el que la acción se desarrolla de forma circular. Los planos giran, se transforman y nos permiten observar el entorno desde diferentes perspectivas sin romper la continuidad.

Esa concepción espacial recuerda inevitablemente al planteamiento de Captain Toad: Treasure Tracker. No tanto por sus mecánicas, mucho más simples aquí, sino por la manera en que cada nivel está diseñado como una caja de juguete que esconde vida en cada rincón. En ambos casos, el jugador se convierte en un observador activo, recorriendo un entorno que se abre y se cierra ante su mirada como un pequeño teatro de luz y sombra.

En Gloomy Eyes, esta sensación se refuerza gracias al contraste entre los entornos: cementerios, ciudades dormidas, bosques cubiertos por una penumbra azulada… Todos parecen extraídos de una maqueta, pero con la textura y la respiración del cine de animación.

Doble perspectiva: Gloomy y Nena

Uno de los mayores aciertos jugables del título es el cambio de enfoque entre sus dos protagonistas, Gloomy y Nena. Ambos encarnan visiones distintas del mismo mundo, y esa dualidad se refleja sutilmente en su jugabilidad. Cuando controlamos a Gloomy, el ritmo se vuelve más pausado y casi melancólico. Sus movimientos son contenidos y su interacción con el entorno se basa más en la observación y la exploración que en la acción. Es un personaje que carga con el peso del tono: su mundo es oscuro, introspectivo, y cada paso suyo parece arrastrar una sombra.

Nena, en cambio, aporta luz, tanto literal como metafóricamente. Sus secuencias introducen un tono más dinámico y esperanzador. Su control resulta algo más fluido, con un leve énfasis en la curiosidad y la iniciativa. Cuando ambos caminos se cruzan, la alternancia entre su melancolía y su vitalidad dota al conjunto de una profundidad emocional inesperada, más propia del lenguaje cinematográfico que del interactivo.

Interacción y narrativa

Más que un juego en el sentido clásico, Gloomy Eyes es una experiencia que se interpreta. El jugador no cambia la historia, pero sí la acompaña. Se convierte en un testigo silencioso de un mundo que se mueve con precisión de relojero y emoción de cuento. La interacción se limita a la cámara y a los pequeños gestos con los que exploramos cada escena, pero la sensación de conexión no desaparece. Es un título que busca que mires, no que pulses; que sientas, no que reacciones. En ese equilibrio entre juego y relato animado encuentra su identidad más sólida.

El uso de un narrador omnisciente, con un tono entre lo sombrío y lo entrañable, termina de cerrar el círculo. El jugador no dirige la historia, pero la vive desde dentro, con la cercanía de quien ha abierto un libro ilustrado que cobra vida.


Apartado técnico

A nivel técnico, Gloomy Eyes destaca por su estabilidad y la precisión con la que coordina cada elemento visual y sonoro. Las animaciones se mueven con suavidad, las transiciones entre escenas fluyen sin interrupciones y la cámara se desplaza con elegancia, guiando la atención del espectador sin sobresaltos. Es un trabajo minucioso, donde la técnica no busca deslumbrar, sino acompañar el ritmo y el tono de la historia con discreción y coherencia.

El tratamiento de la luz y las sombras resulta especialmente notable. Más allá de su valor estético, funcionan como una herramienta narrativa: las luces marcan el camino, las sombras esconden emociones y los contrastes refuerzan la dualidad entre Gloomy y Nena. Todo responde a una intención artística clara, sostenida por un rendimiento impecable que logra que el apartado técnico, aunque invisible, se sienta esencial para que la obra funcione con la precisión que exige su delicada puesta en escena.

Apartado gráfico y artístico

Visualmente, Gloomy Eyes es una pequeña joya de animación digital. Su estilo combina el encanto del stop motion con una paleta de colores que oscila entre la calidez tenue y la melancolía azulada. Los escenarios parecen maquetas vivas, pequeñas ciudades, cementerios y bosques que respiran gracias a un trabajo de iluminación minucioso y cuidadosamente calculado. Cada plano está compuesto con mimo, buscando el equilibrio entre la oscuridad del mundo y la fragilidad de sus personajes.

El diseño de personajes destaca por su expresividad. Gloomy, con su mirada apagada y movimientos torpes, encarna la inocencia de lo roto. Nena, con su luz y energía, rompe literalmente el tono monocromo que domina la historia. Ambos se integran en un universo visual que recuerda a las producciones de Laika o a los mundos de Tim Burton, aunque con una identidad propia, más contenida y menos barroca. Gloomy Eyes no busca el exceso visual, sino la emoción a través del detalle: una sombra, un reflejo, una chispa de vida en medio de la penumbra.

Apartado sonoro

El sonido en Gloomy Eyes juega un papel esencial para sostener la atmósfera que define su identidad. La banda sonora combina piezas minimalistas y melódicas con silencios medidos que permiten que el peso emocional recaiga en la voz del narrador y en los pequeños gestos de los personajes. No hay abuso de efectos ni de música incidental, todo está dispuesto con la precisión de quien entiende que, a veces, el silencio dice más que cualquier nota.

La narración, con una entonación grave y envolvente, marca el tono de cuento gótico que impregna la obra. Su presencia no interrumpe, sino que acompaña, reforzando el ritmo pausado y melancólico de cada escena. Los efectos de sonido como crujidos, murmullos o pasos sobre la tierra húmeda están trabajados con detalle, creando un paisaje auditivo coherente con la dirección artística. En conjunto, el apartado sonoro no busca destacar por sí mismo, sino fusionarse con la imagen para construir un relato que se escucha tanto como se contempla.

Edición física de Gloomy Eyes

Gloomy Eyes, una aventura narrativa y de rompecabezas que combina ternura y melancolía en un viaje inolvidable, está disponible en formato físico en una edición física llamada Slipcase Edition para PlayStation 5. Esta bonita edición incluye:

  • Funda exclusiva.
  • Un set de pegatinas.
  • Una postal.
  • La banda sonora original en formato digital.

Conclusión

Gloomy Eyes es una obra pequeña en duración, pero grande en intención. No busca impresionar con mecánicas ni deslumbrar con tecnología, sino construir una experiencia sensible y coherente, donde cada elemento, la imagen, el sonido, la luz, el ritmo, trabaja al servicio de una idea clara: encontrar belleza en la oscuridad. Su jugabilidad es mínima, sí, pero no superficial; está diseñada para observar, para sentir y para dejar que la historia respire por sí sola.

En un medio acostumbrado a la grandilocuencia, Gloomy Eyes apuesta por la contención y el detalle. Es un relato que no necesita más de lo que tiene, que confía en la fuerza de su arte y su dirección. Puede que no sea una experiencia para todos, pero quienes conecten con su tono melancólico y su mirada poética encontrarán en él una de esas rarezas que se quedan en la memoria más por lo que insinúan que por lo que muestran. Una pequeña fábula oscura que, sin pretenderlo, recuerda por qué a veces menos también puede ser mucho más.

Lo mejor

  • Su dirección artística, capaz de convertir cada escena en una pintura animada.
  • La coherencia entre música, luz y narrativa, que mantiene una atmósfera constante de melancolía y ternura.
  • El contraste entre Gloomy y Nena, dos perspectivas que enriquecen la experiencia y dotan de ritmo a la historia.

Lo peor

  • Su duración, demasiado breve para un universo con tanto potencial visual y narrativo.
  • Una interactividad limitada.
  • Algunas transiciones narrativas algo abruptas entre capítulos.

Nuestra valoración de Gloomy Eyes

Este análisis ha sido posible gracias a una clave cedida por Meridiem.

Pedro A.

About Author

Historiador, amante del cine, de los gatos y de los murciélagos que protegen la ciudad gótica. Videojugador desde chiquitito, si quieres conquistarme, tu dame un buen personaje y una buena historia y me tendrás en la palma de tu mano.

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