Assassin’s Creed Shadows es el primer juego de la saga principal que se mete de lleno en el Japón feudal, una ambientación que los fans llevaban años pidiendo. Y aunque muchos esperaban un viaje más “tradicional” al mundo de los samuráis, Ubisoft ha optado por una mezcla más interesante: un Japón dividido, en guerra, donde la línea entre el honor y la supervivencia es cada vez más delgada. Pero, ¿qué tan bien representa el juego el periodo histórico que elige? ¿Y qué tanto es una reinterpretación creativa para encajar en la fórmula Assassin’s Creed?
El periodo Sengoku: caos, traición y guerra constante
Assassin’s Creed Shadows se ambienta en el Japón del siglo XVI, más concretamente durante el periodo Azuchi-Momoyama, que marca el final del llamado “Sengoku Jidai” o periodo de los Estados en Guerra. Fue una época brutal, marcada por guerras entre clanes, traiciones, asesinatos políticos, castillos en llamas y líderes militares que querían unificar el país por la fuerza. Era, en resumen, el escenario perfecto para un juego de Assassin’s Creed.
Este contexto histórico es real y muy rico. Nombres como Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi o Tokugawa Ieyasu definieron esta era. El Japón de entonces no era un imperio unificado, sino una colección de territorios controlados por daimyos (señores feudales), cada uno con sus ejércitos, castillos y ambiciones. La violencia era parte del día a día, pero también lo era la estrategia, la diplomacia y la necesidad de adaptación. Eso lo capta bastante bien el juego en su tono general.

Naoe y Yasuke: dos protagonistas, dos mundos
Uno de los aspectos más comentados desde el anuncio del juego es la inclusión de Yasuke como uno de los protagonistas jugables. Yasuke fue una persona real. Un africano, probablemente de Mozambique, que llegó a Japón como parte del séquito de un jesuita portugués. Fue presentado a Oda Nobunaga, quien quedó tan impresionado por su fuerza, estatura y apariencia, que lo convirtió en su guardaespaldas y lo trató como un samurái. Esto no es leyenda urbana, hay documentos japoneses que lo confirman.
Sin embargo, se sabe poco de él más allá de eso. Ubisoft se toma muchas libertades al convertirlo en un personaje de acción, con un papel central en la historia. Algunos puristas han criticado esto por “inverosímil”, pero en realidad es una elección coherente dentro del marco de Assassin’s Creed, donde siempre se mezclan personajes reales con ficción especulativa.
Por otro lado, Naoe es una shinobi ficticia, hija del histórico ninja Fujibayashi Nagato. Su historia representa la cara más oculta del Japón de la época: espionaje, infiltración, guerra en las sombras. Aunque su personaje no existió, sí existieron clanes ninja como los Iga y los Kōga, especializados en sabotaje, recolección de información y tácticas no convencionales. Así que, aunque el nombre sea inventado, el tipo de personaje es históricamente plausible.


Arquitectura, ciudades y paisajes
En cuanto al mundo del juego, Shadows prometía una recreación fiel de castillos, aldeas, campos de batalla y zonas rurales. El Japón del periodo Azuchi-Momoyama estaba empezando a mostrar una arquitectura más ambiciosa, con castillos enormes como el de Azuchi, promovidos por líderes como Nobunaga. También comenzaban a aparecer elementos más decorativos y artísticos, como jardines más elaborados o interiores con paneles pintados, influenciados por el budismo zen y el contacto con comerciantes extranjeros.
Ubisoft ha demostrado en entregas pasadas que sabe cuidar el diseño de sus mundos, y todo apuntaba a que este juego no sería la excepción. Los templos, las calles empedradas, los campos de arroz, los bosques de bambú, todo parece estar en su sitio. La ambientación es uno de los puntos más fuertes de esta saga, y Japón es un lienzo ideal para eso.

Tradición, creencias y forma de vida
El juego también toca aspectos importantes de la vida japonesa en esa época: la espiritualidad, el deber, la jerarquía social. El periodo Sengoku no solo fue un tiempo de guerras, también fue un momento de profundas transformaciones culturales. El budismo zen convivía con el sintoísmo, y ambos influían en la forma en que los japoneses entendían el mundo, la muerte y la guerra.
La figura del samurái estaba en pleno cambio. No eran solo guerreros nobles, también eran burócratas, diplomáticos, estrategas. Su código de honor, lo que más tarde sería llamado bushidō, todavía no estaba del todo definido. En ese sentido, el juego tiene espacio para explorar personajes complejos, que no se ajusten a una sola etiqueta.
También es interesante cómo el juego refleja el papel de la mujer. Aunque Naoe es un personaje ficticio, existieron mujeres que fueron entrenadas en el arte de la guerra: las onna-bugeisha. No eran comunes, pero tampoco eran un mito. Algunas defendieron castillos, otras lideraron tropas o participaron en intrigas políticas. Que Naoe sea protagonista no rompe nada históricamente, si se maneja con respeto.

¿Qué tanto es historia y qué tanto es Assassin’s Creed?
Como en todas las entregas de la saga, Shadows mezcla hechos históricos con ficción. Oda Nobunaga aparece, pero su relación con los personajes principales es una construcción narrativa. La Orden de los Templarios y los Asesinos vuelven a estar detrás de los conflictos, aunque en la vida real, las guerras japonesas tuvieron causas mucho más terrenales: poder, tierras y alianzas rotas.
También hay elementos sobrenaturales y tecnológicos dentro del marco del Animus y los artefactos antiguos, como es costumbre en la saga. Eso forma parte del ADN de Assassin’s Creed, aunque a veces aleje un poco del rigor histórico.
Aun así, el núcleo histórico está bien planteado. No se trata de una fantasía sin raíces, sino de una ficción bien investigada, que usa la historia como base y luego construye una narrativa encima. Es lo mismo que hizo Assassin’s Creed Origins con Egipto o Assassin’s Creed Odyssey con Grecia.

¿Cumple con lo que promete?
Assassin’s Creed Shadows es una obra de ficción, pero tiene los pies plantados en uno de los periodos más fascinantes y crudos de la historia japonesa. Los personajes son en su mayoría inventados, pero los escenarios, las tensiones políticas, la arquitectura y las costumbres están inspirados en hechos reales.
No es un documental, ni pretende serlo. Pero sí es una ventana a una época de guerra, cambio y conflicto, donde el honor y la traición caminaban de la mano. Shadows puede ser algo más que otro juego de acción: puede ser una forma de vivir, aunque sea por unas horas, una parte de la historia que sigue fascinando al mundo entero.


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