Street Fighter es una franquicia que, de no haber existido, otro gallo cantaría en el presente para el género de juegos de lucha. Su segunda entrega numerada es considerada como uno de los títulos más influyentes de la historia de los videojuegos, como si de un pilar se tratase. Un pilar que, a lo largo de los años, sigue siendo un referente para infinidad de títulos.
En cambio, no todo lo que ha crecido sobre sus raíces ha sido un éxito rotundo. Hoy, os invito a echar la vista atrás, puesto que, tras conocer el éxito de la sexta entrega numerada de la saga, es buen momento para contar la historia del título que ha influenciado su diseño en algunos aspectos.
Es hora, de revisitar el desarrollo de Street Fighter III y su peculiar camino hacia un tardío éxito.
El «tres» de la discordia
Super Street Fighter II Turbo llegó en 1994 y marcó el principio del fin de la era dorada de Capcom. La entrega final de ‘SF2’ hizo que muchos pusieran sobre la mesa una compleja incógnita: ¿dónde está Street Fighter III?
La subsaga Alpha y los crossovers con otras compañías, podían mantener contentos a los fanáticos, sí. En cambio, las voces que pedían una secuela eran difíciles de contener. En pleno apogeo de los salones arcade, y con Capcom acumulando éxitos, los rumores se extendieron a gran velocidad.
Curiosamente, dentro de Capcom también estaban deseando colocar el título de “Street Fighter III” sobre uno de sus inminentes lanzamientos. Tanto que hubo varios candidatos a portar esta especie de galardón. Aunque Street Fighter: The Movie estuvo muy cerca de conseguirlo, apareció un prototipo que parecía, sin duda, prometedor.
Dentro de las oficinas de la compañía con sede en Osaka, se estaba fraguando la CPS3, una nueva placa para recreativas que tenía como objetivo llevar a los sprites en 2D a su punto más álgido en cuanto a calidad se refiere.
Nueva generación, nuevas posibilidades
Como cabía esperar, no pasó demasiado tiempo hasta que las primeras demos técnicas aparecieron internamente en el estudio. En 1994, se dio luz verde al primer proyecto con la CPS3 como foco principal, una nueva franquicia, bajo el nombre ‘New Generation’.
Este juego, que comenzó su desarrollo entre un pequeño estudio liderado por Tomoshi Sadamoto, cambió su rumbo drásticamente cuando llegaron noticias desde los directivos de la compañía. Y es que, contra todo pronóstico, el desarrollo de Street Fighter III había comenzado, y ellos fueron los primeros en enterarse.
Un desarrollo accidentado…
La presión de quedar a cargo de traer la secuela a uno de los videojuegos más importantes de la década de los 90, sin duda, empezó a hacer mella en el equipo. Al tratarse de una plantilla inexperta en el desarrollo de juegos de lucha, el desarrollo de Street Fighter III se vio afectado porque, en palabras de Shinichiro Obata, “no sabían muy bien qué hacer con las mecánicas del juego”.
Incluso en sus primeras etapas del desarrollo, el sistema de juego y los diseños de los nuevos personajes no terminaron de cuajar. Akira Yasuda, artista de Capcom Japón, contó que su primera reacción al ver a los debutantes fue, textualmente, que “no parecían personajes de Street Fighter”.
Curiosamente, Ryu y Ken, los dos personajes más icónicos de la franquicia, no iban a formar parte del roster inicial. El papel de protagonista, desde el primer momento, recayó sobre Alex, un luchador estadounidense inspirado en la figura de Hulk Hogan.
Aunque su protagonismo se mantuvo en la versión final, el icónico duo original se unió al plantel más adelante durante el desarrollo. Esto se debió a que, desde Capcom, temían que no traer de vuelta a ningún personaje conocido haría de la tercera entrega un territorio demasiado desconocido.
A contracorriente, desde el minuto uno…
Sin embargo, los peores presagios se hicieron realidad cuando Street Fighter III: New Generation llegó a los recreativos en febrero de 1997. Medios especializados se cebaron con los gráficos, criticando que “iban en contra de las tendencias del momento”.
El descontento fue casi generalizado respecto a las mecánicas de juego, que resultaron ser completamente opuestas a otros títulos de la saga. Mientras los Alpha ofrecían combates veloces y espectaculares, SF3 era más tranquilo, y su sistema de ‘parry’ creaba un desbalance que no sentó bien entre los jugadores más dedicados.
Peor aún, la increíble calidad de animación que mostraban personajes y escenarios, era imposible de recrear en consolas de sobremesa de la época. Por tanto, no aparecieron versiones domésticas hasta la llegada de la Dreamcast en 1999.
Para rematar, las ventas fueron sorprendentemente bajas, convirtiendo a Street Fighter III en un estrepitoso fracaso. Si bien no existen cifras exactas, se estima que se vendieron apenas 1000 máquinas arcade en todo el mundo. Comparadas con las 55.000 que logró cosechar Street Fighter II; está claro que Capcom no salió ganando en esta ocasión.
Cuando tocas fondo, sólo puedes ir a mejor
Pero, entonces… ¿cómo es posible que Street Fighter III sea considerado, a día de hoy, como uno de los mejores juegos de la saga? Pues resulta que, a pesar del impacto negativo que tuvo New Generation en la opinión pública de la franquicia, sus desarrolladores no tiraron la toalla.
Tras su lanzamiento original, llegaron dos actualizaciones: 2nd Impact y Third Strike, sumando nuevos personajes, técnicas y escenarios al título original. Estos arreglos empezaron a resonar poco a poco con los jugadores más competitivos, logrando así la presencia de Third Strike en grandes competiciones, como el torneo EVO.
Y fue allí, en las semifinales de EVO 2004, donde Street Fighter III mostró a sus espectadores lo emocionante que puede llegar a ser su sistema de combate más pausado. Los 17 ‘parry’ perfectos de Daigo Umehara se hicieron virales a través de las redes, provocando que el mundo entero se replantease su opinión sobre este título.
Poco después, llegaron las versiones domésticas de Third Strike en consolas de séptima generación que sí eran capaces de representar con fidelidad la experiencia original. Sumando las ventas de todas sus ediciones, Street Fighter III terminó alcanzando un total de 260.473 unidades vendidas en total. Lo suficiente como para que Capcom catalogase al proyecto como rentable al final de su ciclo.
Inmune al envejecimiento
En el presente, podemos hablar de Street Fighter III como el título a menudo galardonado como “uno de los mejores juegos de lucha” de la historia. Además, sus punteros gráficos en 2D han terminado haciéndole un gran favor, pues los primitivos polígonos de Tekken y Virtua Fighter han aguantado mucho peor el paso de los años.
Es más, pocos títulos han conseguido acercarse a su nivel de detalle y riqueza visual. Gracias a distintas reediciones, y a su versión online, se trata de un videojuego que sigue atrayendo nuevos jugadores, incluso 20 años después.
Sí, el desarrollo de Street Fighter III fue un camino largo, complicado, lleno de caídas y ascensos… Pero todo esto no impidió que se convirtiera en un éxito. Aunque hicieran falta años de espera y duro trabajo, lo que se demostró es que, a veces, la paciencia es una virtud.