A Gearbox Software se le conoce ahora por la franquicia Borderlands. Pero como otras tantas compañías, tuvieron su principio (en cuanto a juegos propios, pues ya habían trabajado en expansiones y ports antes) con un sorprendente juego que apostaba por una experiencia más realista, y cargada de emotividad y tragedia. Y es que el juego trata nada más y nada menos del famoso día-D que reviviremos bajo los ojos de la 101.ª División Aerotransportada del ejército americano. Hoy, en Jugando con la Historia, jugaremos a la captura de Carentan en Brothers in Arms: Road to Hill 30.
Una cita con el destino
El protagonista del juego es el Sargento Matt Baker, que ha sido ascendido recientemente y por sorpresa. Por supuesto, no hay tiempo para prepararse para el rol que le ha tocado, pues toca iniciar la Operación Overlord. La historia empezará en medio de la acción, en plena defensa de Carentan de la contraofensiva de los alemanes, pero pronto pasaremos al principio de la operación, un par de días antes, con el salto en paracaídas de la unidad a la que pertenece.
El juego se enorgullecía de un estilo más táctico donde no solo controlamos a Baker, sino que podemos dar órdenes a los soldados del pelotón que nos acompañan en un sistema de combate basado en una táctica de combate (muy sencilla, pero eficaz) que se conoce como las Cuatro Fs: Encontrar (Find en inglés), Fijar (Fix), Flanquear (Flank) y Eliminar (Finish). Por supuesto, eso no era todo, sino que también se enorgullecía de ser una historia basada en hechos reales. Hechos que vamos a repasar hoy.
La operación Overlord y el papel de la 101.ª División Aerotransportada
Como hemos dicho, la operación Overlord es lo que conocemos ahora como el Día-D (al menos para el público general, pues Día-D en términos militares es un término genérico para nombrar el primer día de una operación anfibia). Una invasión a gran escala llevada por las fuerzas aliadas con la intención de expulsar a los alemanes de Normandía.
El famoso desembarco (conocido como Operación Neptune) es quizá lo más conocido de la invasión de Normandía, pero eso está lejos de ser lo único que se hizo. El plan era una invasión a gran escala, y las fuerzas aliadas no iban a escatimar en recursos. Una enorme preparación que iba de una enorme coordinación entre distintos ejércitos a incluso maniobras de contraespionaje para engañar a los alemanes.
Una de estas maniobras previas fue precisamente el envío de 2 unidades paracaidistas el día antes a la operación. Una invasión previa con el objetivo de hacerse con el mando de ciertos puntos estratégicos en la playa de Utah. Una de esas dos unidades fue, como os podéis imaginar, la 101.ª División Aerotransportada, que es la que trataremos hoy.
El «comienzo» de la 101.ª División
La unidad se formó en el campamento Shelby en el 2 de noviembre de 1918 para su uso durante la Primera Guerra Mundial. Algo que jamás llegó a ocurrir, porque la guerra terminó nueve días después y se desmovilizó a la unidad el 11 de diciembre de ese mismo año, convirtiéndose en una unidad de reserva. Ya en plena Segunda Guerra Mundial, se recuperó la división que se reorganizó como una unidad aerotransportada en 1942.
La unidad no solo recibía el entrenamiento típico de un soldado de infantería, pero obviamente también recibían entrenamiento relacionado con su medio de transporte. Por ejemplo, saltar del avión y usar un paracaídas, así como las particularidades de su equipo que requería de ciertas acomodaciones para ello. Puede no sonar tan impresionante en texto, pero el entrenamiento que esta división recibió es conocido por ser bastante duro.
Un aterrizaje caótico
En enero de 1944, la división tenía una fuerza de casi 6.600 hombres. Fue por esas fechas también que tuvieron la primera baja de un comandante cuando este sufrió una enfermedad cardiaca, y fue sustituido por Maxwell D. Taylor.
Nada más y nada menos que el propio Winston Churchill estuvo presente en una demostración de fuerza de la unidad, que acabó impresionando a todos los presentes. Poco después, Taylor recibió las órdenes explicando el objetivo inicial de la unidad para el día 5 de junio, un día antes del Día-D.
Cuando llegó el día, fueron visitados por el comandante y futuro presidente Eisenhower, que les deseó suerte y se subieron a los aviones. En cuanto al aterrizaje, fue complicado: cuando los aviones sobrevolaron Contentin, los Alemanes empezaron a dispararles con artillería antiaérea. Esto causó caos e hizo que muchos paracaidistas aterrizaran en sitios erróneos, lejos de la zona de aterrizaje planeada y muy repartidos por la zona.
Irónicamente, el caos también se apoderó de los Alemanes, pues comenzaros a recibir ataques por multitud de direcciones y se vieron incapaces de centrarse en una dirección concreta. Esto ayudó a los paracaidistas de la 101.ª División, pues ese mismo caos mantenía a los Alemanes separados y en grupos pequeños.
El ataque a Carentan
En el aterrizaje ya se perdieron muchos soldados, se calcula que murieron o fueron capturados cerca de 1500. Aun así, los paracaidistas se las arreglaron para irse reagrupando poco a poco. Por el camino fueron cumpliendo algunos de sus objetivos iniciales, dejándoles libres para ir a por uno de los premios «gordos»: la ciudad de Carentan.
La ciudad era importante, pues era el punto de paso principal de los alemanes hacia las playas de Normandía. Lograr tomarla no solo significaría cortar enormemente los posibles refuerzos que estos podrían mandar, sino que a su vez serviría de enlace entre las distintas fuerzas del desembarco de Normandía. Pero Carentan estaba protegida por dos regimientos Alemanes, así que no iba a ser sencillo. Lo que siguió fueron dos días de batallas en las afueras de la ciudad, pero, eventualmente, los paracaidistas se vieron listos para atacar la ciudad en sí.
Los Alemanes lograban repeler a las distintas unidades de paracaidistas que asaltaban la ciudad. Pese a ello, estos no se rendían. Los días pasaban, las agresiones continuaban y las bajas se amontonaban. A causa de ello, Taylor negocio una pequeña tregua con los alemanes, para recuperar los cuerpos. También aprovechó para pedir una rendición al comandante encargado de la defensa de Carentan, Friedrich von der Heydte, pero teniendo este órdenes directas de Adolph Hitler de mantener Carentan a toda cosa se veía incapaz de rendirse.
La defensa final de Carentan
En cuando la tregua terminó, Friedrich inició su contrataque a base de artillería, pero este duró poco, pues el día después, 12 de Junio, se quedó sin munición, viéndose obligado a retirar parte de sus tropas. A medida que los Alemanes iban abandonando la ciudad, los paracaidistas empezaron a atacar a los que aún permanecían en Carentan con la ayuda de apoyo aéreo. En solo 6 horas, se consiguió liberar la ciudad de toda presencia alemana.
Sin embargo, la felicidad duró poco, pues dos días después la 17ª División SS de Granaderos Panzer llegaron para iniciar una fuerte contraofensiva en Carentan con el objetivo de recuperarla de las manos de la 101.ª División. Los alemanes rápidamente ganaron terreno, pero la 101.ª División no estaba decidida a ceder, y mantuvieron la línea hasta que llegaron refuerzos de la mano de la 2.ª Division Blindada Estadounidense.
Con los números más «igualados», siguió una dura batalla entre los dos bandos, pero al final, el 14 de junio, los Alemanes se retiraron finalmente. Carentan ya estaba al fin asegurada.
El futuro de la 101.ª División
La unidad se quedó en Carentan hasta principios de julio donde se le llamó a Inglaterra para preparar la próxima operación de la División.