Ser un forajido no es un trabajo sencillo. Para nuestro protagonista del Personalidades de Videojuego de hoy, la vida es complicada, su trasfondo es arrollador y el contexto en el que vive más aún. Adoro los videojuegos de corte cinematográfico con grandes historias que podrían ser guiones de cine. Me transportan a universos cargados de drama, terror, alegría, sorpresas y decepciones. Todo ello lo ejecuta de manera sobresaliente Rockstar, pero si un juego tenemos que destacar y ,por ende, un personaje, ese es Arthur Morgan de Red Dead Redemption 2.
Influencias del actor
No negaré que me resulta un tanto difícil hacer este escrito. Hacerle justicia a dicho personaje es una tarea difícil a la que me entrego con todo mi corazón, pues si de algo fue capaz, fue de revolucionar mi perspectiva y mis anhelos ante cualquier personaje pixelado. No soy capaz de encontrar nada igual desde ese ya lejano 2018. Y, cada vez que pienso en la voz de Roger Clark, su actor de voz y modelo facial, me quedo de piedra pensando en si volveré a conectar y sentir algo así por un personaje.
Responder al párrafo anterior es tarea sencilla. Verdaderamente pienso que es de esas experiencias únicas de la vida e irrepetibles para nuestro amado mundo de videoconsolas. El western es uno de los géneros primigenios del cine y son pocos los videojuegos que se atreven a adentrarse en él. Aún así, podemos ver algunas de las influencias de Roger Clark en John Wayne. Este era capaz de entregar un componente mucho más emocional a sus personajes que lo que hacía Clint Eastwood en su época dorada, quien, sin duda, siendo un referente, cargaba a sus personajes de un estoicismo mucho más claro.
De forma muy curiosa tras leer algunas entrevistas, para Clark, es Toshiro Mifune su principal influencia. Esto se debe a que el spagueti western de muchísimos autores está basado en clásicos japoneses como Los Siete Samurais, Ran o Yojimbo de Kurosawa. Películas de blancos, negros y sobre todo grises, personajes capaces de mostrar alegría, tristeza, fuertes sentimientos políticos e idealistas y, a la vez, de dejarse llevar por el corazón y entregarse por los demás.
Forajido hasta el final
Volviendo a Morgan, es un hombre cegado por el respeto al líder, a la confianza en los suyos y, sobre todo, a una palabra: la lealtad. Una lealtad absoluta que no comprende de valorar la situación ni replantearse el contexto. Dutch le sacó de la miseria y se lo debe todo. Robar, asaltar, asesinar o extorsionar es el pan de cada día y a ninguno de la banda le parece mal, ni si quiera a Morgan, quien no dudará en realizar múltiples encargos hasta el final de la aventura. ¿Dónde se encuentra la gracia del personaje?
Para Arthur la vida es muy dura, y a partir de aquí se vienen spoilers de la trama. Se trata de un tipo prácticamente huérfano, criado en los Estados Unidos del 1870, lo que deriva en un contexto extremadamente violento. Experimenta situaciones que le dejan entre la espada y la pared, y no es hasta la llegada de Dutch Van Der Linde, su salvador, que cambia su vida y se la entrega a este último hasta el fin de sus días.
Arthur se enamora de una camarera, con la que tiene un hijo llamado Isaac. No obstante, al no prestarles ayuda cuando más la necesitaban, tanto él como su madre son asesinados, mientras que Arthur regala su tiempo a Dutch. No os voy intentar hacer pensar que Arthur Morgan es buena persona, porque creo que estoy dejando claro que no.
Luchando por ser mejores
Aún así, todo lo que ocurre en esta franquicia es gracias a él. Esta entrega abandona en su historia principal ese lado tan estereotípico con personajes exagerados y clichés por una madurez que pocas veces he visto en un videojuego. El camino canónico es el del honor. Viendo al principio cómo Arthur es un hombre duro, fuerte y que sabe hacerse respetar, no tiene problema en extorsionar a cualquiera por conseguir arreglar una deuda con alguien. Aunque no por ello lo disfruta, sabe cuál es su papel y por qué debe ejercerlo. Sus actos le llevan a pegarle una paliza de muerte a un pobre hombre enfermo de tuberculosis, lo que cambiaría el destino de su vida.
Arthur se contagia y, conforme pasa el tiempo, su apariencia se deteriora más y más. Morgan, a pesar de su duro carácter, es un hombre tierno y de confianza. Siente mucho dolor, pero eso no le impide ayudar a sus amigos y volcarse del todo en ellos. Intenta ser buena persona, pero la vida es caprichosa. Muchas veces llegamos a situaciones o nos comportamos de formas que ni comprendemos a causa de las circunstancias.
No es hasta que Arthur se entera de su enfermedad que llega el momento en el que cambia de paradigma. Se pone su sombrero y, con una música tan poderosa que puedo llegar a sentirla ahora mismo mientras escribo, se despide de sí mismo. Y entrega todo su corazón a todo aquel que lo necesite, a pesar de estar aterrado. Arthur es un humano y se comporta como tal, pues qué hay más terrorífico que saber que tu fin está cerca. Si algo podemos hacer es intentar que nuestro tiempo aquí sea bueno para nosotros y los demás. Debemos luchar por ser cada vez mejores y lograr que, aunque nuestro legado por el mundo sea ínfimo, sea bueno.
Son mil las escenas que nos dejan clara esta condición del personaje. Su pasión arrolladora, su fe y buena intención me enamoraron. Hacen que no pueda dejar de pensar en el que creo que es uno de los personajes mejor escritos y actuados de la historia de lo audiovisual. A fin de cuentas, es la representación más pura y menos idealizada de lo que es un humano, alguien real de nuestro mundo, Arthur Morgan.
Arthur Morgan es el hermano que jamás tuvo John Marston, se preocupó por él hasta el último de sus días. Por él y su familia, por que tuviesen un futuro mejor, algo que él no pudo. Si algo tenemos claro es que dejó huella en él, porque si vuelves a jugar Red Dead Redemption ves una parte de Arthur en John, y eso a mí me reconforta muchísimo. Como siempre decía nuestro forajido: «La venganza es un juego de tontos». Gracias, Arthur Morgan, por hacerme sentir el peso de tu vida en mis manos. Y, por supuesto, os animo a leer nuestro artículo dedicado a sus curiosidades.