Hoy, en ¡Prevenidos y… Acción! toca hablar de una de esas joyas del cine de animación que a veces quedan en segundo plano, pero que tienen un encanto especial que las hace inolvidables: Porco Rosso. Esta película de Studio Ghibli, dirigida por el maestro Hayao Miyazaki, es una mezcla única de aventura, humor y nostalgia, con un toque de melancolía que la convierte en algo más que una simple historia sobre un piloto con cara de cerdo.
Estrenada en 1992, Porco Rosso (o Kurenai no Buta, su título original en japonés) nos transporta a los cielos del mar Adriático en la época de entreguerras, donde los hidroaviones surcan el cielo y los piratas del aire campan a sus anchas. Pero, en medio de todo ese caos, hay un héroe inesperado: un piloto italiano con cabeza de cerdo y una actitud de tipo duro que, en el fondo, esconde un corazón enorme.

El piloto cerdo y su código de honor
La historia sigue a Marco Pagot, un as de la aviación italiana que, por razones misteriosas, ha sido transformado en un cerdo antropomórfico y ahora es conocido como Porco Rosso. Alejado de su antiguo país y de las guerras, Marco se gana la vida como cazarrecompensas, derribando piratas aéreos y disfrutando de su libertad entre las nubes.
Desde el primer momento, Porco es un personaje fascinante. Es cínico y sarcástico, pero también tiene un sentido del honor que lo distingue de los demás. Aunque se ha distanciado de los humanos, sigue siendo leal a sus valores y a quienes le rodean. Vive en una isla apartada, piloteando su icónico hidroavión rojo y frecuentando la taberna de Gina, una cantante elegante y melancólica que, claramente, siente algo por él, aunque él parece demasiado encerrado en sí mismo para aceptarlo.
Todo cambia cuando un arrogante piloto estadounidense, Curtis, lo desafía a un duelo para ganarse la fama y, de paso, el corazón de Gina. Pero la historia da un giro cuando Porco es derribado y se ve obligado a reparar su avión en Milán, con la ayuda de una joven e ingeniosa mecánica llamada Fio. A partir de aquí, la película se convierte en un viaje de redescubrimiento, con un toque de romance, humor y reflexiones sobre la vida.


Aventura con un toque de melancolía
Lo que hace especial a Porco Rosso es su mezcla de tonos. A simple vista, puede parecer una película de aventuras con aviones y combates aéreos, pero en el fondo, es una historia sobre la nostalgia, la guerra y la pérdida.
Porco es un hombre que ha renunciado a la humanidad en más de un sentido. Su transformación en cerdo no es solo una maldición mágica, sino un reflejo de cómo se ve a sí mismo: un hombre desencantado con el mundo y con la humanidad después de haber vivido la Primera Guerra Mundial. La película nunca nos explica exactamente por qué se convirtió en cerdo, pero su frase icónica lo resume todo:
«Prefiero ser un cerdo a ser un fascista.«
Marco Pagot
Miyazaki, que siempre ha sido un firme pacifista, usa Porco Rosso para criticar la guerra y el auge del fascismo en Europa. Mientras el mundo cambia a su alrededor y los gobiernos preparan nuevos conflictos, Porco solo quiere volar libre, sin banderas ni ejércitos.

Un Ghibli diferente, pero igual de mágico
Si bien Porco Rosso tiene la animación exquisita y los paisajes detallados que caracterizan a Studio Ghibli, es una película que se aleja de los mundos fantásticos de Mi vecino Totoro o El viaje de Chihiro. Aquí no hay criaturas mágicas ni mundos de ensueño, sino un escenario más realista, aunque con un protagonista de lo más peculiar.
La ambientación en la costa del Adriático es una auténtica maravilla. Miyazaki, que es un apasionado de la aviación, pone especial detalle en los hidroaviones y las escenas de vuelo, que son absolutamente hipnóticas. Es una película que te hace sentir el viento en la cara y las olas del mar bajo las alas de los aviones.
Otro punto fuerte es su sentido del humor. A pesar de su tono melancólico, la película tiene momentos divertidísimos, sobre todo con los piratas del aire, que parecen sacados de una caricatura. Son torpes, fanfarrones y entrañables, lo que aporta un equilibrio perfecto a la historia.

El poder de las mujeres en la historia
Aunque la película gira en torno a Porco, dos mujeres juegan un papel fundamental en su vida: Gina y Fio.
- Gina es la mujer que siempre ha estado ahí, esperando a que Porco se dé cuenta de lo que realmente siente. Su amor es maduro, silencioso y lleno de paciencia, pero también tiene la fortaleza de seguir adelante sin depender de nadie.
- Fio, en cambio, representa la juventud y la esperanza. Es una chica brillante y llena de energía que demuestra que no hace falta ser un hombre para construir aviones o tomar decisiones valientes. Es quien logra romper el caparazón de Porco y recordarle que aún hay cosas por las que vale la pena luchar.
Es maravilloso ver cómo la película, aunque tiene un protagonista masculino fuerte, le da un papel crucial a sus personajes femeninos, algo que Miyazaki siempre ha hecho en sus historias.


Una película que deja huella
Porco Rosso es una película única dentro del catálogo de Studio Ghibli. No es la más conocida, ni la más espectacular visualmente, pero tiene un encanto especial que la hace inolvidable. Es una historia sobre la libertad, la guerra, el amor no dicho y el peso del pasado.
Al final, la película nos deja con una pregunta en el aire: ¿Qué pasó con Porco? ¿Recuperó su forma humana? ¿Se quedó con Gina? Miyazaki deja el final abierto, permitiendo que cada espectador saque su propia conclusión. Pero, tal vez, lo importante no sea la respuesta, sino el viaje que hemos vivido junto a él.
Si aún no has visto Porco Rosso, te recomiendo que le des una oportunidad. Es una de esas películas que, con el tiempo, se valoran más y más. Y si ya la viste, siempre es un buen momento para volver a los cielos del Adriático y dejarse llevar por esta maravillosa historia.


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