Si buscas un videojuego cortito, visual, intuitivo y para toda la familia, Schim es lo que necesitas. Estamos ante uno de esos títulos de plataformas y puzles que enganchan al primer minuto y te sacan una sonrisa.

Fecha de salida: 18 de julio de 2024
Desarrolladores: Ewoud van der Werf y Nils Slijkerman
Distribuidora: Extra Nice
Plataformas disponibles: PC, Nintendo Switch, PlayStation 4, PlayStation 5, Xbox One, Xbox Series X|S
Textos: Español
Voces: –
Plataforma analizada: PlayStation 5
Historia: Toda una vida de saltos en el tiempo
Para entender de qué va el juego, antes debemos centrarnos en qué significa su título. Y es que Schim, al parecer, en holandés hace referencia a una sombra, aparición o fantasma. Lo curioso de esto es que precisamente el protagonista es un pequeño espíritu en forma de ranita adorable que va saltando de sombra en sombra, apareciendo y desapareciendo con ellas. ¡Menudo juego de palabras se han marcado los desarrolladores!
En Schim, somos el espíritu de un chico que por azares del destino ha sido separado de su cuerpo. Con la única esperanza de encontrar el origen de nuestro ser, deberemos iniciar un viaje saltando por las sombras de diferentes humanos, animales y objetos para volver al chico al que pertenecemos. Por el camino, iremos viendo cómo pasa el tiempo y cómo el chico se convierte en hombre en una historia sin diálogos ni voces, tan conmovedora como visual.
Jugabilidad: Quien a buen juego se arrima, buena sombra le cobija
Tal y como indicamos al inicio del análisis, Schim es un juego muy sencillo y sus mecánicas lo demuestran. Lo único de lo que nos tenemos que preocupar es de saber qué botones utilizar para saltar de sombra en sombra, no estar separados de la oscuridad demasiado tiempo y usar los elementos que tengamos alrededor para que jueguen en nuestro beneficio.

Pero ojo, que esto es precisamente lo que convierte a Schim en un juego que nos engancha tanto. Puede que sus mecánicas sean simples, pero habrá que darle un poco al coco para poder avanzar en según qué zonas. Un buen ejemplo son los saltos que quedan lejos, que nos hacen plantearnos si se nos ha pasado algún objeto que podamos mover para crear una sombra intermedia o si quizá esa moto que pasa por la carretera nos serviría de puente entre una sombra y otra. ¡Toca pensar, Sherlock!
Eso sí, no todo va de saltar y ya está, pues a medida que avancemos, nuestro espíritu alias ranita-adorable irá adquiriendo otras habilidades tales como poseer objetos o manipular otros. Dentro de los 65 niveles que nos proporciona el juego, habrá sorpresas en las mecánicas que harán que la experiencia sea un poco menos repetitiva, como la de cambiar de color los semáforos para usar el tráfico a nuestro favor o la introducción de rayos en niveles nocturnos, que iluminarán la zona momentáneamente, haciéndonos más difícil avanzar.

Y hablando de dificultades, si terminamos el juego podremos también optar por diferentes ajustes o modos de juego. Uno de ellos es quitar el doble salto y otro es un arriesgado modo en el que sólo dispondremos de 20 vidas en total antes de que el juego empiece desde cero.

Apartado técnico
Apartado gráfico y artístico
Schim es un juego tremendamente minimalista y visual, algo que nos ha gustado mucho. Está claro que el título no quiere destacar por unos gráficos de última generación con ray tracing y NPCs con inteligencia artificial avanzada, sino por su originalidad (cosa que consigue) y por ser recordado por sus usuarios.

Destacamos sobre todo su apartado artístico por el uso tan inteligente de sus paletas de colores, el diseño estilo low poly y la sencillez y genialidad de sus entornos. Las localizaciones son muy variadas, desde las calles o locales de una ciudad hasta parques o zonas subterráneas.
Por otra parte, los niveles siempre tendrán sólo un color, pero usarán distintos tonos de éste para darle vida a todo el entorno según el momento del día en el que se encuentre. Si es por la mañana, los colores amarillo o naranja aparecerán en pantalla. Por la tarde o cuando está atardeciendo, veremos un tono entre rosado y asalmonado. Si es por la noche o está anocheciendo, el nivel se teñirá de azul o de verde.

Desde luego, la psicología de colores cálidos y fríos está muy presente en Schim, que la utiliza de manera magistral, usando además el negro como contraste absoluto para las sombras y el rojo para delinear los lugares u objetos con los que podemos interactuar.
Apartado sonoro
El apartado sonoro no tiene un soundtrack de lujo ni tampoco memorable, pero sí nos han llamado mucho la atención los efectos de sonido. Desde nuestro punto de vista, Schim está diseñado para ser un juego casi ASMR por la sencilla razón de que no hay voces narrativas o de diálogo y tampoco música que te saque de tu misión. Tan sólo sonidos ambientales para conseguir una mayor inmersión.
El viento, los pájaros, el tráfico o los pasos de niños correteando son sólo algunos ejemplos de sonidos que, mientras jugamos, nos envuelven como si de un manto se tratase. Asimismo, el sonido acuático o de chapoteo que hace nuestro espíritu nos vuelve locos, ¡nos encanta! Es agradable al oído y muy placentero escuchar ese ¡plop! al aterrizar en las sombras. Esto hace que jugar en sí mismo, se vuelva una experiencia también muy acogedora.

Conclusión
Schim nos ha gustado mucho. Pese a que su jugabilidad pueda pecar de repetitiva, es un título que recomendamos gracias a su apartado artístico, la original mecánica de saltar de sombra en sombra y la historia implícita que nos cuenta a través de sus niveles. Un título que podríamos catalogar como cozy, ASMR e incluso con tintes filosóficos que además también pueden jugar los más pequeños de la casa.
Lo mejor
- El diseño de niveles y su paleta de colores
- Los efectos de sonido, agradables e inmersivos
- La historia que se narra y cómo se narra de manera visual
Lo peor
- Tras una hora de juego, resulta repetitivo
- Sobran niveles y faltan mecánicas más variadas
- Irónicamente, se hace corto
Nuestra valoración de Schim



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