Este 2023 ha sido un año muy determinante para mí, tanto con cosas buenas como malas. Una de las malas se ha extendido hasta ayer mismo, y ha ido de la mano del tiempo, y éste, a su vez, con el sentimiento de culpa. Quiero contaros cómo los juegos me han ayudado a escapar de una horrible realidad que me restaba en salud.
Los sentimientos de culpa y cuándo pueden dañarte
A día de hoy o, mejor dicho, recientemente, estamos entrando en un tiempo en que todo lo que no sea «productivo» de una manera que se refleje en dinero directo o potencial, es «perder el tiempo». Un tiempo que encima cada vez es menor. Se nos castiga todo lo que no sea trabajo, formación o (y de casualidad y no mucho) dormir.
Imaginad que somos niños otra vez y que no nos permiten jugar con nuestros iguales o con las consolas o PCs con los que muchos aquí crecimos. Qué locura, ¿verdad? Al final somos quienes somos en gran parte gracias al juego, tanto con «video-» como sin ello. Pero hoy la cosa es distinta. A partir de cierto momento solo se determina juego a algo que vaya de la mano de unos tipos de socialización concretos.
¿Y qué ocurre? Que salvo que vayamos a ver la peli «que hay que ver» o veamos la serie «que hay que ver», sentimos un sentimiento de culpa cada vez que con nuestro tiempo libre hacemos algo que simplemente nos dé la gana. Como si le debiéramos el tiempo a alguien o a algo.
Ese es en gran parte el culpable de que muchos juegos queramos pasarlos rápido, el culpable de que ya no disfrutemos como antes. No son los juegos, es el sistema haciendo su trabajo contra nuestra mente. Pero a veces la voluntad se pone por delante y jugamos, y hay juegos que te presentan cosas nuevas. Es ahí, cuando descubrimos cosas nuevas, cuando la culpa no nos puede hacer daño.
¿Cosas nuevas en juegos? ¿Qué quieres decir?
Me refiero a que más allá de que un juego «sea tó chulo» (que los ha habido, muchísimos, este año) o incluso que en ocasiones juguemos a alguna de nuestras sagas favoritas, siempre hay una cosa que llega con algún juego y que es nuevo y nos «protege de la culpa» a través del hecho de ser nuevo. De no ser más de algo parecido (que también puede ser genial).
Es lo que me ha pasado este año con Life is Strange: True Colors, Super Mario Wonder y, hace escaso tiempo, Another Code de DS.
Esos juegos me han aportado cosas completamente únicas o muy nuevas, o alcanzado una parte de mí que guarda emociones que van más allá del sistema y el dinero. Cuando un juego te hace eso, ya no piensas en la duración, ya no sientes culpa por jugar y «perder el tiempo» (NUNCA pierdes el tiempo cuando haces algo que te gusta. Es TU TIEMPO). Y quiero reivindicar eso. Quiero reivindicar que somos seres humanos, no simples máquinas que mueven números ligados a letras.
Jugad más, disfrutad más. Usad vuestro tiempo junto a y para lo que os dé la real gana. Todos los días hacemos más que suficiente para ganarnos todo lo que ya es realmente nuestro. No nos quitemos hasta lo que no pueden robarnos a través de numeritos.
Un abrazo.
