Hoy va a haber más sonrisas que lágrimas, salvo que sean lágrimas de alegría. He tenido una experiencia que he vivido pocas veces: reconectar con mi infancia. Y la vez anterior también me la dio Nintendo, así que he decidido salir de tanta mala noticia y voy a contar algo que es uno de los motivos por los que jugar a videojuegos.
Origen
Todo se remonta al 2000-2001. Primera infancia con Nintendo.
Como premio por haber aprendido a leer (a muy temprana edad; todo tendría sentido bastantes años después…) me dieron un ordenador que contaba con un emulador de Super Nintendo. Ahí, con Megaman X, Megaman 7 y Super Mario World, empecé a jugar.
De forma casi paralela, contaba con una NES, con la que jugaba con mi madre a Super Mario Bros 3. Y más adelante cayó una PSOne, de la que fueron necesarias varias unidades porque se rompía el lector. Ahí jugaba a Ehrgeiz y Tomb Raider.
Crecimiento
Ya sentado el hecho de que jugaría videojuegos, llegó la PS2 y la saga de mi vida: Kingdom Hearts. Gran influyente desde mi infancia, aunque sin Nintendo (6 años). Su primer título numerado provocaría que ahora sea quien soy, tanto en que me guste esa saga como, en GRANDÍSIMA PARTE, la persona que soy.
Posteriormente, mucho tiempo después, Faith Connors sería, sin saberlo, uno de los primeros personajes que, gracias también a una predisposición que quizá me inculcara KH con el objetivo de ser una persona decente, me acercaría al feminismo. Y así podemos seguir contando años, pero ahora voy a lo que ha motivado la escritura de este artículo «de opinión»: el retorno a mi yo de peque, a quien quisiera abrazar y contar muchas cosas.
Nintendo está ayudando al Retorno
Y a eso voy; Nintendo está tomando algo así como ese papel. Nintendo me está devolviendo partes buenas de mi infancia.
Me explico. Todo el mundo «sabe» que la gente adopta como «su Pokémon» el primer título al que juega de la saga. En mi caso fue el Esmeralda, pero «mi Pokémon» es el Perla, porque fue el que yo elegí y porque se compró en navidad.
Pues bien, Pokémon Púrpura, a pesar de sus montones de fallos, consiguió, incluso sólo con su primer parche, hacerme recuperar sensaciones que no recordaba. Esa… «no prisa», esa forma de jugar sin pensar más que en vivir cada segundo, ese no estar pendiente a las cifras.
Creí que sería una cosa «casual», una cosa que me pasó entonces y ya, pero no. Mario Wonder me lo ha devuelto. Mario Wonder me ha recordado a jugar a Mario Bros 3 con mi madre.
Y quería hacer este artículo porque es llamativo, pero son cosas que a veces no consigue ni siquiera un remake. El remake de Perla y Diamante no me devolvió mi relación con Pokémon, los guiños a algunos otros juegos no siempre me generan una sensación más allá del verlo.
Nintendo, no sé si consciente o no, me ha dado mucho en un «producto», porque Nintendo es una compañía de videojuegos que, con sus cosas, tiene historia y seguro que les gusta tanto como a quienes jugamos, y Mario Wonder es el reflejo más claro de lo que se consigue, en muchos aspectos, cuando haces juegos y no únicamente «productos interactivos audiovisuales complejos».
Eso también hay que reconocerlo. Y reclamarlo.
