Si creciste a finales de los 90 y tenías una PlayStation, es muy probable que en algún momento pasaras por Hércules. Sí, ese juego de Disney basado en la peli que todos vimos en VHS hasta desgastarlo. No era el más largo, ni el más complicado, pero tenía algo que te atrapaba… igual que la película: humor, acción y esa sensación de “yo puedo con todo” que te daba manejar al semidiós más fuerte de Grecia.

Recuerdo meter el disco y ver esas letras grandes con la cara de Hércules sonriendo, y enseguida estar corriendo por escenarios llenos de columnas rotas, templos y monstruos mitológicos que parecían sacados directamente del cine. Todo tenía esos colores vivos y ese toque de caricatura que te hacía sentir que estabas dentro de la película.

Un héroe con golpes y mucho estilo
El control era sencillo: saltar, dar mamporros y usar algún que otro ataque especial. No necesitabas un manual enorme para aprender a jugar, y eso se agradecía. Ibas avanzando, destrozando barriles, recogiendo pociones, medallas y objetos que te daban más fuerza o te curaban.
A veces tenías que enfrentarte a jefes que, para la edad que teníamos, parecían gigantescos (aunque hoy nos parezcan bastante menos intimidantes).
Y lo mejor, cada vez que aprendías una nueva habilidad, sentías que Hércules crecía contigo. Que de verdad se estaba ganando el título de héroe.

Humor y música que te sacaban una sonrisa
El juego no se tomaba demasiado en serio, y eso era parte de su encanto. Los diálogos, las animaciones… todo estaba hecho para que, además de sentirte en una aventura, te rieras un poco. Hades, con su lengua afilada y su mala leche, era tan divertido como en la película.
La música también ayudaba mucho: algunas melodías y coros que recordaban a las canciones del film, y efectos de sonido que daban gusto. Golpear una estatua o romper una vasija sonaba a gloria.
Tardes enteras intentando pasar un nivel
Era de esos juegos que podías ponerte una tarde cualquiera después del cole y, si te lo proponías, terminarlo en una sentada… aunque no siempre era tan fácil. Algún salto mal medido, algún enemigo pesado o una piedra rodando a toda velocidad podían mandarte al menú de “Game Over” en segundos. Pero ahí estaba la gracia: probar, fallar, reírte y volver a intentarlo.
Un clásico que huele a nostalgia
Hoy en día, puede que Hércules para PSX no impresione a nivel técnico, pero eso da igual. Lo que queda es el recuerdo, esa sensación de encender la consola y sentir que estabas en tu propia historia mitológica. Un juego que no pretendía reinventar nada, pero que nos regaló un montón de buenos momentos.