Con la llegada de Shadow of Edertree tenía una cita pendiente en las tierras intermedias desde hace un par de meses y gracias a la presión de mis queridos amigos he vivido una de las experiencias más autodestructivas de la historia, pasándome Elden Ring desde cero sin haber tocado un soulslike en toda mi vida.
Antes de empezar, me gustaría avisar que este artículo es simplemente una opinión personal sin rigor informativo, pero hacer estas columnas de vez en cuando también es necesario para poder explayarse sin florituras sobre lo que te ha transmitido un videojuego.
Una aventura para vivirla entre todos
En primer lugar, he de decir que la experiencia de jugar Elden Ring individualmente es muy diferente a jugarlo junto a los tuyos. Sin tener en cuenta invocaciones y el modo cooperativo, ver como tus amig@s se desesperan con otros bosses puede ser una de las cosas más entretenidas que hacen el juego mucho más llevadero para las personas que estén viviendo su primer contacto con este género.
A lo largo de las 110 horas que me ha llevado terminar tanto el juego base como el DLC, las primeras 40 horas me llegaron a abrumar por completo, haciendo que dropease el juego de buenas a primeras. Pero desde entonces, gracias a la insistencia de los que me rodean, decidí retomarlo donde lo había dejado para ver si era capaz de comprender mejor a los fans de Miyazaki, eso sí, esta vez recibiendo todo tipo de consejos sobre builds, quest secundarias o bosses a los que derrotar primero.
Llegados a este punto, hay un problema general dentro de la comunidad de los souls que no termino de comprender: ¿Qué tiene de malo pasarse estos juegos usando guías? Para mí, el hecho de tener a alguien detrás dándome consejos no ha sido una lacra, sino todo lo contrario, me ha permitido poder disfrutar de un mundo abierto sin tener que dedicarle más horas de las necesarias.
Las cosas como son: no soy un proplayer para estos juegos y no me gusta encadenar horas (o días) aprendiéndome el patrón de ataque de ciertos jefazos. Pero aún así, tengo el mismo derecho a disfrutar con FromSoftware, ya sea invocando o usando el “modo fácil”.
Larga vida a la Lágrima Mimética
Otro de los aspectos que no termino de entender dentro de la filosofía que gira en torno a los soulslike es esa necesidad de validación que existe para jugar de forma extrema. Antes que nada, ¿quiénes somos nosotros para decirle a los demás cómo tienen que jugar? Como dirían algunos “tu mismo con tu mecanismo”, los videojuegos son puro entretenimiento y el problema se crea cuando algunas personas empiezan a verlos como desafíos que te dejan la percepción de la realidad alterada.
Si quieres invocar, invoca; si quieres pasarte el juego en cooperativo, pásatelo en cooperativo y si quieres exigir que pongan un modo fácil por redes sociales, exígelo. Todo el mundo tiene derecho a jugar de una forma personal que le permita disfrutar, y la mera existencia de este debate carece de sentido.
Puedo llegar a “entender” que la visión del autor y la sensación de realización personal que transmiten los juegos de Miyazaki son una seña de identidad para los fans. Pero eso no implica que los demás estén obligados o limitados a unas mecánicas que pueden producir rechazo en un producto en el que han invertido su dinero.
Para hacerse una idea, la tasa de dropeo de personas que han comprado el Elden Ring es aproximadamente del 20-30% en todas las plataformas, cifras que sin lugar a duda no son tan dignas de un GOTY al que ha jugado tanta gente. Pero todo esto se puede evitar si realmente existiera un modo adaptativo para este juego, aunque la lágrima mimética y el resto de las invocaciones ya de por sí constituyen una ayuda trascendental para los nuevos jugadores.
¿Volvería a jugar?
La realidad es que a lo largo de estas 110 horas he tenido todo tipo de sensaciones: el gigante de fuego me dio una lección de humildad, me pasé a Malenia a la tercera (ni yo sé muy bien cómo) y Mesmer casi me hace tirar el mando por la ventana. Todo este tipo de cosas han hecho que valga la pena darle este segundo try a un juego que, pese a todos sus defectos, se ha alzado como un referente en las historias medievales.
Respondiendo a la pregunta, he de decir que no. Pero por motivos que no se pueden asociar a la jugabilidad y los combates, ya que el lore y la narrativa no me han cautivado tanto por cuestiones meramente estructurales, aunque esto no quita que con el tiempo quizás pueda animarme, nunca se sabe.