Wario, cuyo nombre es una amalgama de las palabras japonesas warui (malo) y Mario, es el archienemigo de nuestro fontanero favorito. Hizo su primera aparición en Super Mario Land 2: 6 Golden Coins de 1992 como el villano principal, robando el castillo de Mario mientras este estaba fuera. Un año después fue el enemigo de Mario en Mario & Wario, un juego de 1993 que no salió de Japón. Pero hoy, en el «El Pixel Perdido», os hablaré de cuando Wario robó el protagonismo a Mario en su serie de juegos para Game Boy, Wario Land: Super Mario Land 3 de 1994.
El nacimiento del antihéroe
Tras lo ocurrido en Super Mario Land 2: 6 Golden Coins, Wario llega a las costas de una isla misteriosa y repleta de tesoros. ¿Qué mejor sitio que éste para saciar su avaricia? Porque sí, las motivaciones de Wario están muy alejadas de las de Mario. Wario quiere dinero y poder, ¡pero sobre todo dinero! A lo largo de las distintas pantallas de este juego, ese será nuestro objetivo principal: enriquecernos a base del dinero que les robamos a los enemigos y los tesoros que encontramos en los mapas. Además, Wario tampoco tiene reparos en jugarse el dinero para enriquecerse aún más. De hecho, al final de cada nivel podremos escoger entre dos minijuegos, uno que nos permitirá doblar hasta tres veces el dinero que conseguimos (o dividirlo) y otro que nos permitirá conseguir más vidas.
Más de lo mismo pero con un toque distinto
Wario Land es un juego de plataformas con todas las de la ley y bebe mucho de los juegos previos de Nintendo, como los Kirby o los Mario de Game Boy. Sin embargo, en este juego tenemos una serie de características que le dan una profundidad mayor a la de otros títulos. Para empezar, los escenarios son bastante grandes y se pueden explorar con total libertad. Sirviéndonos de las distintas habilidades de Wario, que son otorgadas por los cascos que encontramos, podemos llegar a zonas inéditas en los niveles o a salidas que abrirán nuevos caminos en nuestro mapa, incluyendo zonas enteras a explorar.
Además, el juego se adapta completamente a la personalidad de nuestro personaje. A Wario le mueve la avaricia y es por eso que necesitaremos dinero para avanzar. Usando monedas podremos abrir puertas, nuevas zonas de los niveles, guardar a la mitad de los niveles o incluso usarlo como arma.
Otra cosa en la que el juego innova son los enemigos. La isla a la que llegamos está habitada por piratas y como tales nos atacan con armas como cuchillos, búmeran, lanzas o bolas de pinchos. Son mucho más agresivos que los enemigos típicos de Nintendo, pero encajan perfectamente con la ambientación y la temática del juego.
La exploración es su punto fuerte
El juego presenta muchos escenarios diferentes, desde minas en las que nos desplazaremos con vagonetas, montañas heladas cubiertas de hielo donde la movilidad es más complicada, zonas aéreas con muchas plataformas en movimiento o las horribles zonas acuáticas. La variedad de los escenarios y los enemigos hacen que la exploración sea tremendamente divertida. Los niveles nos permiten desplazarnos por ellos con total libertad, tanto a derecha como a izquierda. Además, hay que añadir las habilidades que sirven tanto para luchar contra los enemigos como para llegar a nuevas zonas de los niveles. Las habilidades nos las otorgan los cascos que encontramos por los distintos niveles. Disponemos de un casco con cuernos, que nos da más fuerza y mejora nuestro dash y agarrarnos a los techos, un casco que nos permite desplazarnos por el aire durante un breve periodo de tiempo y otro que nos da la opción de lanzar fuego y quemar a nuestros enemigos o romper bloques alejados.
En algunos casos necesitamos de esas habilidad para encontrar caminos o tesoros escondidos. Y es que los tesoros son la otra gran novedad de este juego. En algunos de los niveles podemos encontrar una llave y una puerta. Nuestro objetivo sería conseguir llevar esa llave hasta su puerta para conseguir el tesoro que hay dentro.
Finalmente, cabe añadir que hay un detalle más que otorga rejugabilidad al título, y es que tras superar ciertas zonas estas cambian y nos permiten encontrar nuevos tesoros o niveles. El ejemplo más claro es que una vez superamos el área de la playa a la que llegamos por primera vez, la marea cambia y los escenarios pasan a estar llenos de agua, lo que nos permite alcanzar nuevos sitios.
Enemigos a la altura
Wario Land presenta una gran variedad de enemigos (¡y muy imaginativos!): desde perros con delantal que lanzan cuchillos, pingüinos vestidos como jugadores de fútbol americano que patean bolas con pinchos o adorables caballitos de mar que nos atacan con ferocidad en cuanto nos ven. Para luchar contra ellos disponemos de las habilidades de los cascos que ya cité con anterioridad, el dash, un golpe de arrastre que golpea en horizontal, o el salto. Sin embargo, los enemigos suelen tener una única forma de vencerlos, ya que algunos de ellos nos dañarán si les atacamos como no debemos. Cada vez que recibimos daño perdemos dinero, ¡y eso es algo que Wario no puede permitir!
Al final de cada zona habrá un enemigo final y estos son geniales. Dentro de la profundidad de los juegos 2D de la época los jefes tienen mecánicas interesantes. Hay enemigos intangibles a los que debemos atacar con los minions que nos lanza, otro nos ataca rompiendo el suelo, a otro se le alcanza usando un objeto único de ese combate, etc.
Un gran primer juego
Pocos primeros juegos son tan redondos como este. Es cierto que Nintendo ya tenía una larga lista de éxitos en juegos de plataformas, pero Wario Land recoge lo mejor de cada título de las demás franquicias y los lleva al máximo exponente. Además, tiene una personalidad propia y se aprecia en cada detalle del juego.
Este juego debería ser jugado por cualquier persona a la que le gusten los Mario clásicos. Es un juego con un acabado increíble, una gran variedad de enemigos y situaciones y una ambientación única. Además, con toda la exploración, nos ofrece una duración mucho más larga que la media de los títulos de este tipo de la época. Por todo eso os recomiendo encarecidamente este juego.
