Análisis

Commandos Origins: Un bisturí en tiempos de drones

Hay juegos que quieren impresionar, otros que quieren ser recordados, y luego está Commandos: Origins, que simplemente quiere volver. No con fuegos artificiales ni discursos lacrimógenos, sino con sigilo, cuchillo en mano y un mapa lleno de posibilidades (y errores).

Este regreso de la mítica saga no intenta modernizar la guerra, sino adaptarse lo justo para no sentirse una reliquia. Como si un veterano de guerra se pusiera unas Nike, dijera “venga, una última misión”, y sorprendentemente, le sentaran bien. Origins no es espectacular, no es cómodo y, desde luego, no es para todos. Pero para los que crecimos con los conos de visión tatuados en la retina, esto es un saludo militar al pasado. Con bugs, sí. Pero también con cariño.

Fecha de salida: 9 de abril de 2025
Desarrolladora:
Claymore Game Studios
Distribuidora: 
Kalypso Media, Meridiem (Formato físico)
Plataformas disponibles:
PC, PlayStation 5, Xbox Series X|S
Textos: Español
Voces: Español
Plataforma analizada:
PlayStation 5

Historia: Excusa militar de manual

Commandos: Origins intenta contarnos cómo empezó todo: cómo se conocieron los comandos, cómo se formó el escuadrón. Y lo logra… más o menos. La narrativa es funcional, pero no demasiado ambiciosa. Está ahí para darte contexto, para enlazar misiones y justificar por qué ahora estás en el norte de África y luego en el Ártico. Hay cinemáticas, sí, pero están más cerca de un brief militar que de una escena emocional.

Los personajes apenas se desarrollan. Sabemos que uno es el fuerte, otro el astuto, otro el francotirador… y ya. No hay arcos, evolución ni grandes diálogos. Es más una serie de postales que una historia de guerra real. Y eso está bien si lo que te importa es el gameplay, pero para quienes esperaban una historia al nivel de la leyenda que representa Commandos, se quedarán algo fríos. Eso sí: lo que hay no molesta, no entorpece. Y, si lo tomas como lo que es —un marco para justificar el sigilo táctico—, cumple con su deber.

Jugabilidad: Donde el sigilo y el error bailan el vals

Commandos: Origins es una coreografía militar: cada movimiento, cada orden, cada fallo, se siente como un engranaje más en una maquinaria diseñada para premiar la paciencia y castigar la torpeza. Y créeme, vas a ser torpe. Muchas veces. Hasta que algo hace clic, y ahí es cuando el juego brilla.

Controles que se sienten (mal) bien

Lo básico funciona: Joystick izquierdo para moverte, derecho para cámara, R1 y R2 para interactuar con objetos como cuchillos (tu nuevo mejor amigo), botellas para distraer, o armas que fallan más que tus exámenes de física. El botón de “tirar granada” debería tener un letrero de advertencia: “esto atraerá a todo el continente, úsese con sabiduría (o desesperación)”.

L1 y L2 nos permiten cambiar o agrupar personajes, lo cual es crucial, porque el alma del juego está en el modo comando: pausas el tiempo, das varias órdenes encadenadas y luego ejecutas la jugada con un botón. En papel, brillante. En la práctica… depende del día y del humor de la IA. A veces todo se coordina con precisión militar. Otras, uno se queda quieto, otro corre en dirección contraria y el tercero decide encender una bengala imaginaria. Divertido, en su forma más trágica.

Especialistas con carácter (y habilidades útiles)

Cada comando tiene lo suyo. El Boina Verde escala como si fuera Assassin’s Creed 1943, permitiéndote colocarte en lo alto de torres, rocas o tejados para emboscar o simplemente observar. El espía se disfraza y camina entre los enemigos como Pedro por su casa. El buzo usa rutas acuáticas y puede eliminar desde el agua. El artificiero coloca trampas. El francotirador es letal desde la distancia (cuando hay munición). Y el conductor… Bueno, el conductor atropella.

No es solo un reparto de habilidades, es un puzle en sí mismo. Hay niveles donde solo combinando las ventajas de varios comandos puedes siquiera empezar a pensar en el objetivo. Cada personaje brilla si sabes cuándo y cómo usarlo. Y cuando no lo haces… prepárate para volver a cargar.

IA que ve mucho (o nada)

Los conos de visión son tan míticos como inconsistentes. A veces te ven desde Cuenca. Otras, puedes pasar corriendo con un cadáver al hombro y nadie pestañea. Están ahí, pero obedecen a una lógica propia, entre niveles de altura, estados de postura (de pie, agachado o tumbado) y lo que solo podemos llamar “milagro digital”.

Y ojo, porque no se trata solo de evitar esos conos: se trata de jugar con ellos. Tirar una botella para que un guardia mire a la izquierda mientras tú rodeas por la derecha, hacer ruido a propósito para separar a dos enemigos que estaban inseparablemente pegados… En definitiva, provocar errores, porque a veces en este juego la trampa más útil es la que tú mismo improvisas bajo presión.

Estrategia: prueba, error, café, repetir

No hay autosave. Y eso no es un bug, es un feature. Commandos: Origins quiere que guardes a mano, constantemente. Porque vas a morir, vas a fallar una ejecución tras otra. Vas a lanzar un cuchillo pensando que acertarás y verás cómo cae a 40 cm del enemigo mientras este gira lentamente y te apunta. Pero cuando todo sale bien, cuando todo encaja, te sientes como un genio del crimen táctico. Porque lo lograste tú. No el juego. Tú.

Un ejemplo: En una misión te enfrentas a una base con cinco guardias, un perro (sí, también te puede delatar) y una patrulla móvil. Envías al Boina Verde a escalar una torre y eliminar al vigía. El espía se infiltra disfrazado y hace que dos soldados se muevan. Mientras, el francotirador silencia al perro (con una flecha, no con violencia gratuita, tranquilos). Solo entonces puedes avanzar con el artificiero y colocar los explosivos. Si uno falla su tarea, todo se va al carajo. Y lo mejor —o lo peor— es que eso pasa constantemente.

Libertad limitada, pero real

Aunque las misiones tienen estructuras bastante rígidas, hay cierta flexibilidad. Puedes decidir si vas con sigilo total o mezclas acción directa (cosa que rara vez es recomendable). Pero ojo: en más de una ocasión, la vía ruidosa es sorprendentemente eficaz. ¿Falta de balance? ¿Diseño emergente? ¿Un homenaje a la desesperación? Tú decides.

La interfaz, por su parte, cumple. No estorba, responde bien, y rara vez te deja vendido. Lo que sí falla es la pedagogía: algunos tutoriales son más crípticos que un mensaje en clave en mitad del Desembarco de Normandía.

En resumen: jugar a Commandos: Origins es como armar una trampa con una cuerda, dos cajas de cartón y un poco de fe. Nada en este juego es sencillo. Pero cuando lo entiendes, cuando te acostumbras a su lógica antigua con botones modernos, empiezas a disfrutar de cada pequeño logro. No es un juego de adrenalina, es un juego de ingenio. De ensayo, error y satisfacción.

¿Es frustrante? Bastante. ¿Es justo? A veces. ¿Es recompensante? Mucho más de lo que parece.

Modo cooperativo: Dúo dinámico (o desastre táctico)

Una de las grandes novedades de Commandos: Origins es su modo cooperativo, disponible tanto online como en local. Y no es solo un añadido decorativo: cambia la forma de jugar. Dividir tareas con otro jugador abre posibilidades estratégicas y, cuando todo sale bien, te hace sentir como si tú y tu compañero fuerais los hermanos Coen dirigiendo una película de sabotajes.

Eso sí, el margen de error se duplica. Si tú fallas, pierdes. Si tu colega es más impaciente que tú, pierdes. Si los dos estáis en una mala semana, mejor volved a jugar al parchís.

La interfaz se adapta bastante bien al juego en dúo, aunque la cámara en cooperativo local puede generar algún que otro roce. Aun así, es una de las mejores formas de disfrutar el juego: frustración compartida, éxito compartido, gritos garantizados.

Apartado técnico

Cuando uno piensa en sigilo, piensa en precisión, en planificación, en orden. Commandos: Origins, por desgracia, no siempre se alinea con esa filosofía en el plano técnico. Lo que a primera vista parece un juego sólido —gráficos decentes, buena ambientación, rendimiento aceptable— se desmorona un poco cuando rascas debajo del casco.

Jugado en PS5, el rendimiento en general es estable: 60 FPS constantes, tiempos de carga breves, sin tirones ni crasheos. Pero esa es la parte buena; lo demás es una batalla perdida. La sincronización vertical falla a ratos y genera tearing innecesario; por no hablar del flickering de texturas que aparecen y desaparecen como un espía en entrenamiento. El HDR se aplica de forma intermitente, a veces te deja con una imagen apagada que ni el filtro de Instagram más deprimente arregla.

También hemos notado interacciones y colisiones erráticas entre personajes, generando situaciones extrañas, como al ver morir a un enemigo espalda con espalda con tu personaje, o a tu comando intentando atravesar una mesa, o a un enemigo bailando en una caja… Las animaciones, literalmente, a veces llegan a doler, y si no imagínate a un boina verde con el cuello girado como un búho, o enemigos que mueren como si hubieran tropezado con un cable invisible.

Lo más preocupante es que estamos hablando de una versión ya madura del juego, analizada días después del lanzamiento. A estas alturas, uno esperaría algo más pulido o, como mínimo, menos roto.

Apartado gráfico y artístico

Commandos: Origins no necesita deslumbrarte: necesita que entiendas el mapa. Y eso lo clava. Su estilo visual está al servicio del sigilo: limpio, legible y con una paleta que distingue bien entre zonas de peligro, coberturas, rutas y puntos clave. No hay barroquismo ni efecto innecesario, solo claridad táctica.

Los entornos, aunque no memorables, sí son variados y coherentes con el tono bélico: trincheras, desiertos, nieve, bases enemigas… El enfoque está siempre en que sepas dónde estás y qué puedes hacer, no en que te pares a hacer turismo. Y aunque no siempre hay un sello artístico reconocible, el juego mantiene una estética sólida, casi militar: sobria, práctica, directa.

En resumen: no te va a entrar por los ojos, pero te va a ayudar a mirar mejor. Y eso, en un juego de este estilo, vale más que cien efectos.

Apartado sonoro

Puede que la música no te haga llorar de emoción ni te grabe a fuego un recuerdo en la memoria, pero cumple: acompaña, crea tensión cuando lo necesita y desaparece cuando el verdadero protagonista —el silencio antes del error— entra en escena.

Pero el verdadero golpe directo al corazón (y a los oídos) es el doblaje en español de España, con varias voces originales de los juegos clásicos. Sí, como lo oyes. Y cuando escuchas al Boina Verde soltar una orden con ese tono seco que recordabas de cuando tenías más pelo o menos preocupaciones, te das cuenta de que esto, en el fondo, es un regreso. No uno perfecto, pero uno con respeto.

Eso sí: no todas las voces son las mismas, y en algún momento puedes notar cierto cambio de timbre o intensidad. Pero no molesta. De hecho, te invita a pensar que incluso los comandos han madurado, como tú. O como mínimo, que han fumado más.

Edición física de Commandos Origins

Y qué mejor manera de celebrar la nostalgia que con una espectacular edición física, traída de la mano de Meridiem. Esta edición tan especial ya está disponible para PlayStation 5 y Xbox Series X|S, e incluye:

  • Skins de Commandos 2: Men of Courage para tus comandos.
  • Calendario digital con ilustraciones del juego.
  • Banda sonora original, compuesta por 15 pistas.
  • Plantilla de impresión 3D del busto del emblemático Boina Verde para que puedas imprimirlo.

Conclusión

Commandos: Origins no va a cambiar la historia de los videojuegos. No es un nuevo referente de la estrategia, ni un prodigio técnico; ni siquiera una reinvención de su propia fórmula. Pero tiene algo que muchos reboots pierden por el camino: identidad. Es un juego que sabe de dónde viene, que no se disculpa por ser difícil, que no te lleva de la mano. Castiga con gusto y recompensa con orgullo y, pese a sus errores, consigue eso tan raro hoy en día: que cada victoria se sienta tuya. Commandos: Origins no es perfecto, ni falta que hace.

Lo mejor

  • La esencia Commandos se mantiene: puro sigilo táctico
  • Habilidades únicas bien diferenciadas entre personajes
  • El modo comando permite planificaciones elaboradas (cuando funciona)
  • Cooperativo que aporta valor real
  • Gratificante una vez dominas su lógica cruel

Lo peor

  • Bugs técnicos que rompen la inmersión
  • Tutoriales poco claros o directamente ausentes
  • IA inconsistente: a veces ciega, a veces omnisciente
  • El sistema de comandos simultáneos falla demasiado
  • Historia muy floja: mera excusa sin profundidad

Nuestra valoración de Commandos Origins

Este análisis ha sido posible gracias a una clave cedida por Meridiem.

MadRjota

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Hago Análisis en Youtube y al parecer ahora, también por aquí.

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