Análisis

Oblivion Remastered: RPG clásico, envuelto en nuevos ropajes

A veces, los videojuegos trascienden su tiempo y se convierten en lugares a los que uno quiere volver. No por su perfección técnica, sino por lo que nos hicieron sentir. The Elder Scrolls IV: Oblivion es uno de esos casos. Lanzado en 2006, fue una revolución en su momento. Un mundo abierto casi infinito, una libertad inusitada y una narrativa dispersa que dependía más de la curiosidad del jugador que de su obediencia a la historia principal.

Ahora, casi dos décadas después, Bethesda nos invita a volver a Cyrodiil con Oblivion Remastered, una versión que no reimagina, pero sí reconstruye. Más que una simple capa de pintura, se trata de una restauración parcial. Busca equilibrar lo que el juego fue, con lo que los jugadores de hoy esperan. Y, aunque el tiempo ha dejado cicatrices difíciles de borrar, la esencia sigue intacta.

Fecha de salida: 22 de abril de 2025
Desarrolladora:
Virtuos
Distribuidora:
Bethesda Softworks
Plataformas disponibles: PC, PlayStation 5, Xbox Series X|S
Textos: Español
Voces: Inglés
Plataforma analizada:
PlayStation 5

Historia: Cyrodiil, entre el caos y la herencia de un imperio

Han pasado casi dos décadas desde que The Elder Scrolls IV: Oblivion nos abriera las puertas de Cyrodiil, y aunque el tiempo no pasa en vano, esta remasterización demuestra que algunas historias no envejecen, simplemente evolucionan. Lejos de limitarse a un simple barniz gráfico, esta nueva versión apuesta por revivir el corazón narrativo del juego, dotando de nueva vida a un mundo que ya en 2006 desbordaba ambición.

La premisa sigue intacta: el asesinato del emperador Uriel Septim VII desata una serie de eventos que culminan con la apertura de los portales de Oblivion, unas brechas dimensionales que escupen horrores directamente desde el reino de Mehrunes Dagon. El jugador, como un prisionero aparentemente insignificante, se ve arrastrado al centro del conflicto, con la misión de encontrar al heredero perdido del trono y cerrar las puertas al infierno.

Lo que eleva esta historia más allá del mero conflicto entre el bien y el mal es su tejido de subtramas, facciones y dilemas morales. Las misiones de gremios como la Hermandad Oscura o el Gremio de Ladrones no solo ofrecen variedad jugable, sino que construyen universos paralelos dentro del propio Cyrodiil, cada uno con sus reglas, valores y consecuencias. Y es aquí donde la remasterización brilla con luz propia: el trabajo sobre las cinemáticas, la mejora en las expresiones faciales y el redoblaje selectivo de ciertas líneas aportan una dimensión emocional más palpable a escenas que antes podían sentirse planas.

Además, la nueva iluminación dinámica y la mejora en el diseño de entornos hacen que eventos icónicos como la batalla de Kvatch o la apertura masiva de portales al final del juego ganen en impacto visual y dramático. El jugador no solo presencia una historia, la habita, la sufre y la moldea con cada elección, en una experiencia que mezcla lo épico con lo íntimo.

No todo es perfecto. Algunas líneas de diálogo aún muestran su estructura algo anticuada, y ciertos personajes secundarios mantienen la rigidez propia de la época original. Pero incluso esos detalles contribuyen, curiosamente, al carácter del juego: Oblivion es un producto de su tiempo, sí, pero también una cápsula de una forma de contar historias que hoy casi no existe, más pausada, más literaria, menos guiada.

Jugabilidad: Libertad absoluta, redescubierta con matices modernos

The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered no pretende redefinir el RPG occidental, pero sí recupera una de sus formas más puras y la adapta a los tiempos que corren. Con sus fortalezas intactas y sus debilidades parcialmente suavizadas, esta edición es una celebración jugable del diseño de mundo abierto más clásico y sistemático, donde la libertad del jugador es el eje vertebral de toda la experiencia.

Cyrodiil sigue siendo un territorio vasto y variado, y esta remasterización consigue que explorar sus parajes vuelva a sentirse emocionante. Desde los páramos nevados de Bruma hasta los pantanos de Leyawiin, cada región tiene una identidad visual más marcada gracias a las nuevas texturas, efectos de partículas y al sistema de iluminación volumétrica.

Lo más destacable es que la sensación de descubrimiento se ha reforzado. Ahora encontramos más eventos dinámicos, NPCs que reaccionan de forma más orgánica al entorno y rutas secundarias que han sido retocadas para invitar al desvío y la curiosidad. Las nuevas rutas rápidas con información contextual enriquecen la navegación sin romper la inmersión.

Combate y sigilo: mejora sutil, pero perceptible

El combate sigue siendo directo y basado en estadísticas, pero ahora es más satisfactorio. Las animaciones de ataque y bloqueo han sido revisadas, y los impactos tienen un mayor peso gracias a efectos visuales y de sonido rediseñados. Las magias proyectan una sensación de poder real, con nuevos efectos visuales para hechizos icónicos como Fireball, Summon Daedra o Paralyze.

Los jugadores inclinados por el sigilo también notarán mejoras: el sistema de detección es más preciso, el arco tiene una física más trabajada, y se ha añadido una ligera vibración en el pad para indicar riesgo de ser detectado, un detalle sutil pero efectivo.

Además, la dificultad es ahora escalable de forma más granular, permitiendo ajustar por separado el daño recibido, la agresividad enemiga y la eficacia de las curaciones, lo que abre la puerta a una personalización jugable que antes requería mods.

El sistema de progresión sigue basándose en el uso constante de habilidades para subir de nivel, pero ahora incluye una opción que permite ajustar el ritmo de progresión, suavizando las penalizaciones por mal diseño de personaje. Se han añadido descripciones más detalladas en la creación del personaje y nuevos presets recomendados para principiantes.

También se ha incorporado un sistema de especialización secundaria, que permite invertir puntos en habilidades fuera de las elegidas al inicio, facilitando la creación de personajes híbridos sin romper el balance del juego. La alquimia, la creación de hechizos y el encantamiento de objetos mantienen su profundidad, pero con una interfaz mucho más clara y visualmente atractiva.

Interacción con el mundo: decisiones que pesan, sistemas que responden

Uno de los grandes aciertos de Oblivion fue siempre su estructura de mundo reactivo. La remasterización potencia esta idea con nuevas líneas de diálogo para ciertos eventos clave, más variación en las reacciones de los NPCs y un ajuste en los sistemas de crimen y reputación.

Ahora, por ejemplo, robar una tienda puede tener consecuencias a largo plazo más notables, como comerciantes que cambian de actitud o misiones que se cierran. El sistema de persuasión, antes tosco, ha sido rediseñado con una interfaz más comprensible, aunque su minijuego sigue sintiéndose algo anticuado.

Las facciones siguen siendo uno de los pilares de la experiencia Oblivion. La Hermandad Oscura, el Gremio de Magos o la Arena Imperial no solo ofrecen horas de contenido secundario, sino que presentan arcos narrativos cohesionados, con progresión interna y consecuencias. Esta remasterización refuerza esas líneas argumentales con cinemáticas retocadas, nueva música dinámica en momentos clave y ambientación más cuidada en sus sedes principales.

El hecho de que puedas terminar el juego sin tocar ni una sola de estas facciones demuestra la amplitud del contenido, pero al hacerlo, te perderías algunos de los momentos más memorables del título.

Inventario, interfaz y mejoras de calidad de vida

Una de las quejas más recurrentes del original era su interfaz. En esta remasterización, Bethesda ha rediseñado los menús completamente:

  • Ahora se puede filtrar por tipo de objeto, peso o valor.
  • El sistema de marcadores en el mapa permite anotar rutas o zonas de interés.
  • Se ha incorporado un registro de misiones más claro, con una cronología y descripciones más extensas.
  • El HUD puede ser personalizado al gusto, con opciones de tamaño, opacidad y contenido.

A esto se suma un sistema de favoritos tipo rueda, inspirado en Skyrim, que agiliza el cambio de armas, hechizos y objetos de uso rápido.

Aunque no es parte directa de la jugabilidad base, merece mención que Oblivion Remastered es totalmente compatible con los mods del Creation Club. Tiene integración con contenido de la comunidad en PC, abriendo la puerta a ampliaciones casi infinitas. Bethesda también ha incluido de serie las expansiones Knights of the Nine y Shivering Isles, ambas accesibles desde el primer momento, integradas de forma natural en la progresión del juego.

Inteligencia artificial y comportamiento de los NPCs

Aunque la IA no ha sido completamente rediseñada, sí ha recibido un repaso que le permite sortear algunos de los comportamientos erráticos más notorios del original. Ahora los NPCs gestionan mejor sus rutinas diarias, reaccionan con más matices a los cambios en el entorno (como lluvias o combates cercanos), y la interacción entre ellos genera más diálogos aleatorios con sentido.

No es una revolución, pero sí un avance que ayuda a mantener la ilusión de estar en un mundo que respira por sí mismo.

Apartado técnico

A nivel técnico, Oblivion Remastered no pretende ocultar su edad. Lo que hace es vestirla con respeto. No estamos ante una reescritura profunda de su código ni una reinvención gráfica a la altura de los remakes modernos; esto es una restauración cuidadosa, con manos temblorosas pero firmes, que busca que la experiencia no se rompa más de lo necesario.

El rendimiento es estable en consolas de actual generación, con tasas de 60 fps bastante sólidas y tiempos de carga mínimos que facilitan la exploración. En PlayStation 5, el juego responde bien, aunque sigue arrastrando ciertos microtirones y glitches menores heredados del pasado. No es raro ver algún NPC atravesar una silla, o una animación mal sincronizada. Son cosas que no empañan la experiencia, pero que recuerdan de dónde venimos.

La interfaz se ha renovado con gusto: más limpia, más accesible, más adaptada al estándar moderno sin perder ese aroma a pergamino interactivo. El juego se siente cómodo de jugar, sin pedirte paciencia constante, aunque algunos menús secundarios todavía arrastran una rigidez propia de otros tiempos.

Apartado gráfico y artístico

Lo que se ve en Oblivion Remastered no impresiona por la potencia, sino por el cariño. Hay un esfuerzo evidente por embellecer el mundo, por dotar a Cyrodiil de una nueva capa de vida visual: mejores texturas, iluminación más natural, sombras dinámicas y vegetación que respira. Pero si uno se acerca demasiado, el barniz se cuartea. Algunas texturas siguen siendo planas, las animaciones faciales no han envejecido con dignidad y las expresiones siguen pareciendo más máscaras que rostros.

Aun así, el juego tiene momentos visuales hermosos. Amanecer sobre los campos de Bruma. Las primeras llamas saliendo de un portal daédrico. El atardecer teñido de oro reflejándose en un lago. Son instantes que no dependen del músculo técnico, sino del pulso artístico. Porque Oblivion nunca fue un juego de espectáculo, sino de atmósfera. Y en eso, esta versión cumple.

Si Skyrim era dramatismo nórdico y Morrowind era exotismo alienígena, Oblivion es contención. Su mundo es clásico, casi académico: castillos limpios, bosques de fábula, ruinas imperiales en penumbra. Esta estética se mantiene y se potencia con el trabajo de remasterización, que no la traiciona ni la sobreexplota.

Apartado sonoro

Aquí es donde la nostalgia golpea más fuerte. La música de Jeremy Soule sigue siendo un canal directo al alma del jugador veterano. Sus temas han sido remasterizados con elegancia, y el resultado es una banda sonora más viva, más envolvente, con matices que en su día quizás pasaban desapercibidos. No hay nota nueva, pero cada acorde suena mejor.

El trabajo ambiental también ha mejorado: el sonido del viento, los ecos de las mazmorras, los pasos sobre la piedra húmeda. Todo tiene más presencia, más cuerpo. El uso de sonido espacial en dispositivos compatibles añade una capa de inmersión que, sin ser revolucionaria, sí es bienvenida.

El doblaje en inglés se ha mantenido intacto, lo que es una decisión que divide. Para algunos, es preservar la identidad del juego. Para otros, es una oportunidad perdida. Las voces suenan limpias, pero no actuales. Siguen repitiéndose. Siguen mostrando su limitación de recursos. No arruinan nada, pero tampoco elevan.

Conclusión

Oblivion Remastered no es un acto de grandeza, sino de respeto. No reescribe el pasado, pero lo pule lo suficiente como para invitar a una nueva generación a perderse en Cyrodiil sin sentir que están explorando ruinas. Es una obra que no compite con los colosos actuales del RPG, pero tampoco lo necesita: juega en otra liga, donde la memoria pesa más que los polígonos.

Sus errores siguen ahí, como cicatrices que no han sido ocultadas del todo. Su mundo sigue siendo extraño, a veces torpe, siempre vasto. Pero en esa mezcla de limitación y ambición reside su encanto. Porque Oblivion no era perfecto en 2006, ni lo es ahora. Pero sí era, y sigue siendo, especial.

Volver a él es como abrir una caja de recuerdos de infancia. No todo ha envejecido bien, pero hay destellos que, incluso hoy, iluminan mejor que muchas promesas modernas. Y eso, en un medio que avanza a golpe de obsolescencia, es casi un milagro.

Lo mejor

  • La sensación de libertad
  • La banda sonora de Jeremy Soule
  • Exploración y misiones secundarias

Lo peor

  • Gráficos que no alcanzan la perfección
  • El combate sigue sin sorprender
  • IA desactualizada

Nuestra valoración de The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered

Este análisis ha sido posible gracias a una clave cedida por Ziran.

Pedro A.

About Author

Historiador, amante del cine, de los gatos y de los murciélagos que protegen la ciudad gótica. Videojugador desde chiquitito, si quieres conquistarme, tu dame un buen personaje y una buena historia y me tendrás en la palma de tu mano.

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