Opinión

Internet es súper efectivo: cómo Pokémon perdió su magia

Diciembre de 1999, un joven Drakko estaba abriendo sus regalos de navidad y entre ellos apareció un cartucho para su flamante Game Boy. La deslumbrante caja roja con un dragón en la carátula impresionó al pequeño niño de 10 años. Abrió la caja y, después de revisar el manual de instrucciones, sacó el cartucho, lo sopló y lo introdujo en la consola. Tras el clin con el logotipo de Nintendo vio a dos criaturas luchando en la pantalla con una música que a día de hoy le sigue erizando el pelo. Luego apareció el nombre del juego: Pokémon, edición roja. Por fin, al darle a la opción de «JUEGO NUEVO», un tal profesor Oak le introdujo en un mundo que le ha acompañado durante más de 20 años.

La imaginación contra el progreso

La historia del nacimiento de Pokémon es bien conocida. El padre de la saga, Satoshi Tajiri, creció en Machida, Tokyo. En aquella época, la década de los 60 del pasado siglo, esa zona era rural. El joven Satoshi ocupaba su tiempo en disfrutar de su hobby, el coleccionismo de insectos. Sin embargo, el progreso alcanzó Machida y, poco a poco, las zonas donde el joven cazaba bichos se convirtieron en ciudad. Cada vez su hobby se alejaba más de Satoshi, hasta que tuvo una idea: si él no podía ir a donde había insectos, haría que los insectos vinieran a él. La forma más sencilla de conseguir eso fue a través de la tecnología, y así surgieron los Pocket Monsters, o en su forma abreviada, los Pokémon. Fue el progreso lo que arrebató a Satoshi su hobby, pero también el que le permitió crear un videojuego que revolucionó el mundo.

Machida (Tokyo) en la actualidad
Machida (Tokyo) en la actualidad

Pokémon y la sensación de descubrimiento

Esa primera partida de Drakko le llevó hasta el primer gimnasio de Brock. Y eso significa que fue una partida relativamente larga antes de que me llamaran a comer. En esa primera partida creo que ya descubrí la verdadera esencia de Pokémon. Salí de Pueblo Paleta con mi charmander (nunca usé motes hasta hace bien poco; no me gustaba). Recorrí la ruta 1 un par de veces y conseguí la pokédex. Luego me enseñaron a capturar nuevos compañeros de viaje; los siguientes fueron un pidgey, un caterpie y un pikachu en el Bosque Verde. Pero no solo eso, antes de salir del bosque ya tenía un butterfree conmigo. En esa mañana aprendí a luchar y capturar pokémon. Vi cómo evolucionaban y aprendían nuevos ataques. También aprendí como funcionaban los cambios de estado con los ataques que aprendió mi butterfree y los picotazo venenoso de los odiosos weedle. Por no hablar de los horribles cambios de estadísticas, con esos metapod y kakuna y sus «aburridos» ataques fortaleza y disparo demora. El combate contra Brock me descubrió por las malas el funcionamiento de las afinidades elementales (hay un artículo que extiende este tema sobre el selector de dificultad de pokémon, entre otros).

Brock fue el primer verdadero problema que me encontré en el juego
Brock fue el primer verdadero problema que me encontré en el juego

Yo no sabía nada de pokémon en aquel momento y cada paso que di me enseñó algo nuevo. Siempre estaba descubriendo e investigando dentro del propio juego. Llevé un onix al nivel 80 para ver si realmente evolucionaba (nunca lo conseguí en ese primer cartucho) e investigué cada paso que daba para descubrir un nuevo árbol que cortar o un charco que surfear. Hasta la pokédex invitaba a la investigación, porque solo se liberaban los huecos hasta el último pokémon descubierto y era imposible saber cuantas criaturas había.

Y el progreso nuevamente

Hoy en día se anuncia un juego de pokémon con casi un año de antelación. Conocemos los iniciales, los líderes de gimnasio y los biomas de los juegos. Podemos ver a muchas de las nuevas criaturas meses antes de meter el nuevo cartucho en la consola. Una vez que aparece el juego, las redes sociales y los medios especializados se llenan de noticias, imágenes, trucos y posibilidades. En seguida aparecen los mejores builds para hacerse un equipo competitivo. ¡Y no te salgas de ahí, porque entonces no podrás hacer nada en el competitivo! Cuando empiezas el juego, descubres que ya tienes decidido tu inicial y vas en busca de los pokémon concretos que más te gustan. ¿Quién no quería tener un corvinight en Espada y Escudo?

El titular de este artículo se debe a esta idea. Pokémon ha perdido su esencia porque ya no hay nada que descubrir. En el inicio de la saga el mayor intercambio de conocimiento se hacía con el boca a boca en los patios de los colegios. Ahora, el mismo día que sale el juego los análisis están listos, la pokédex se abre al instante en internet y todo el misterio de los nuevos juegos desaparece el mismo día de su salida.

Y pokémon se ha adaptado

Esto no es una crítica a Game Freak ni a The Pokemon Company, pero los juegos han cambiado para facilitar las cosas. Hubo una temporada no tan atrás que tenías que consultar en internet si tenías dudas, pero los últimos juegos ya lo han acogido como una realidad. En cada combate te ponen de manera visible las debilidades y las resistencias de todos los ataques de tu equipo. La evolución de tus estadísticas en función de la naturaleza de tu pokémon es muy fácil de ver. Y conseguir al pokémon perfecto es muy sencillo en las últimas entregas, dando acceso a conseguir los EV e IV perfectos.

En los nuevos juegos las «guías» vienen incluidas en el cartucho

Y seamos sinceros, los pokémon no suponen un gran reto. Son juegos fáciles, con un sistema de combate realmente sencillo y muy asequible para todos los públicos. El argumento suele ser muy simple y no creo que mucha gente los juegue por él. Tampoco presenta una gran imaginación en cuanto al diseño artístico ni de niveles. Ninguno de los juegos tuvo eso, pero si le quitas la esencia del descubrimiento, de encontrarte a un rival que no puedes vencer e intentar descubrir cómo, deja a los juegos realmente cojos.

En aquella primera partida del Drakko jovencito, Brock fue un «problema» bastante serio. Pero buscando, descubrió que en Ciudad Verde había una salida a la ruta 22. En ella resultó haber varios pokémon distintos que capturar, entre ellos un mankey y un nidoran♂. Esa primera vez no supe que mankey era la mejor opción, pero nidorino me ayudó mucho en ese combate gracias a su resistencia. Eso creo que ya se ha perdido en la saga, y me temo que para siempre.

Un problema para las nuevas generaciones

Pokémon es la franquicia que más beneficios reporta por encima de otras tan famosas como Star Wars, Harry Potter o Marvel. La mayoría de sus ganancias se deben al merchandising, y creo que los juegos se han resentido de esto. Hay que seguir generando nuevos pokémon, nuevas evoluciones y, por desgracia, nuevos peluches.

Los juegos están cada vez en un segundo o incluso tercer plano más alejado y, aunque sean superventas, creo que viven más de la nostalgia que de la calidad. Cada vez que sale un nuevo título de la saga, los jugadores veteranos estamos más desencantados. También internet se llena de críticas y valoraciones negativas, pero eso no afecta a la franquicia. Los nuevos jugadores que entren en los juegos más modernos nunca van a tener las mismas sensaciones que los que ya peinamos canas. Probablemente consigan cosas nuevas que tampoco nosotros pudimos disfrutar, pero no puedo imaginarme que esas sensaciones sean tan mágicas.

De vez en cuando creo que es importante revisitar nuestros clásicos de vez en cuando
De vez en cuando creo que es importante revisitar nuestros clásicos de vez en cuando

Espero no haberos aburrido con esta disertación de un nostálgico. Gracias a la oportunidad que me ha dado Punto de Respawn con «El Pixel Perdido», últimamente estoy desempolvando juegos de mi infancia y adolescencia. Con muchos de ellos me doy cuenta de que parece que hay momentos a los que no voy a volver con nuevos títulos y creo que pokémon es uno de los mayores exponentes de esta falta de magia. Si alguno de vosotros os sentís así, os recomiendo que hagáis como yo, jugad de vez en cuando a vuestros clásicos y disfrutad como si fueseis un niño de 10 años el día de navidad. Ese niño os lo agradecerá.

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Drakko

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Cabezota la mayoría de las veces, es complicado hacerme cambiar de punto de vista. Sin embargo, siempre tengo una sonrisa en la boca y un oido atento.

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