Batman y la saga Arkham: cuando el murciélago imponía respeto

Últimamente los fans de DC Comics nos encontramos con todo tipo de juegos que se basan en nuestros personajes favoritos: Gotham Knights, Suicide Squad: Kill the Justice League o DC: Dark Legion son algunos ejemplos que nos demuestran que la era de los superhéroes está explotando como nunca antes lo había hecho en el mundo de los videojuegos. Sin embargo, todos sabemos que cantidad no implica calidad y por eso hoy vamos a hablaros de una de la mayores odas al heroísmo: la trilogía de Batman Arkham.

Regreso al pasado

Pese a que Rocksteady afronta momentos difíciles debido al reciente fracaso de Suicide Squad, el éxito que alcanzó con Arkham Asylum permitió que esta desarrolladora se convirtiera en una de las más apreciadas por todos los fanáticos. A decir verdad, esa época de gloria cada día está más lejos, pero no hay que perder la fe, ya que las últimas noticias apuntan a que la firma quiere apostar otra vez por títulos para un jugador.

¿Por qué es tan importante?

A lo largo de la historia de los videojuegos encontramos una infinidad de sistemas de combate que han permitido crear todo tipo de obras, no obstante, la llegada del murciélago supuso un cambio dentro de los hack and slash tradicionales, creando un “subgénero” bautizado por los angloparlantes como FreeFlow. Gracias a esta mecánica se pusieron los cimientos para dar luz verde a unas peleas más realistas, en las que la fluidez y la naturalidad permiten tener todo tipo de respuestas corporales a los combos de los enemigos.

Puede que actualmente esta característica no destaque tanto debido a que ha sido mejorada y trabajada por todo tipo de entregas exitosas como Spider-Man 2018 o Judgment. En aquella época marcó un camino seguro y estable, siendo una de las mayores fuentes de inspiración para todo el mundo.

Hablemos sigilosamente

Pese a las maravillas que os hemos contado sobre el combate, este no es el verdadero factor diferencial por el que Batman se ha ganado un hueco en el Hall of Fame de los videojuegos.  Lo que realmente paralizó la industria fue el increíble sistema de sigilo que representa a la perfección al mayor espía-detective de los cómics. En primer lugar, ¿quién sería Batman sin las sombras?

Esta pregunta incita a reflexionar sobre una de las mayores dificultades que tuvieron los 40 trabajadores iniciales de Rocksteady para encarar un proyecto fiel a lo que representa este personaje. Lógicamente, con el transcurso de las entregas, este apartado se pulió hasta rozar la perfección en Arkham Knight.

Como detalle, el hecho de percibir los signos vitales de los enemigos consigue reforzar la inversión en los momentos en los que debemos evitar que nos localicen. Gracias a esto, podemos reubicar todo tipo de objetivos desde una perspectiva más técnica que nos hará planificar cada uno de los derribos que vamos a ejecutar.

Una relación tóxica pero necesaria

No podíamos acabar este artículo sin hablaros sobre la evolución de los rivales más icónicos de este mundillo. Batman y Joker son dos conceptos unidos por un mismo motivo. Al igual que la vida y la muerte, lo que representan estos personajes no significaría nada sin la existencia de su contraparte.

Batman es la Justicia, Joker es la locura. Estos dos extremos reflejan la personalidad humana en su esplendor, pues nadie puede seguir el camino correcto y a veces actuamos guiados por impulsos que resultan incomprensibles para los demás. La desesperación es el reflejo vivo de los traumas de un pasado perturbado, siendo este el punto en común por el que ambos personajes se necesitan mutuamente para tener una razón de ser.

Entrando en terreno de spoilers, la muerte de Joker en Arkham City es el principio del fin para nuestro querido Bruce. A raíz de este desencuentro, el pasado recae sobre Batman con más fuerza que nunca. La culpabilidad invade el cuerpo del murciélago hasta que en la última entrega se termina de adaptar A Death in the Family, poniendo el punto y final a una narrativa de nivel que cuesta ver en otras obras.

En definitiva, pese a la gran cantidad de personajes y easter eggs que encontramos en los tres títulos originales, el símil entre Batman y Joker es ese punto que nos pone la piel de gallina cuando recordamos una de las mejores trilogías que se han adaptado a lo largo de la historia.